viernes, 20 de abril de 2018

Tharsis, de denuncio minero a poblado.



Sabido es que los nombres con que se designan a poblaciones, accidentes geográficos, o hechos históricos, han de ser compartidos para mantenerlos en el tiempo. Así viene ocurriendo desde los tiempos más remotos para trasmitirlo a las siguientes generaciones.
Si la dependencia económica de la población de Tharsis estuvo exclusivamente relacionada con la minería desde el siglo XIX, la estabilización de la población en los alrededores, o cercana a la actividad laboral, fue conformando el núcleo poblacional que en parte perdura hasta hoy día. En una época, a partir de 1853, cuando la mano de obra era barata y el transporte caro o inexistente, los núcleos mineros se fueron configurando cercanos a los tajos. Baste repasar algunos planos antiguos para confirmar la cercanía entre viviendas y lugar de trabajo. En ellos se ven casas junto a los “canaleos”, a las teleras, a Filón Norte, a Talleres, etc. Este proceder, que se ha mantenido inalterable desde los siglos, se ha ido equilibrando en la medida que los peligros inherentes a la actividad han sido puestos de manifiesto, así como a la mejora del transporte: Alejándose de las teleras, de las zonas de los “barrenos” y también buscando un medio ambiente más sano.
Ya nuestros antepasados, que desde siglos anteriores se dedicaban a la minería, se establecían encima casi de donde ejercían su actividad laboral, evitando con ello los desplazamientos, pero manteniendo un estatus entre quienes trabajaban físicamente y quienes mandaban o dirigían. Donde las excavaciones del cabezo Juré lo confirman, con la existencia en sus faldas de un poblado anterior incluso a la supuesta introducción de la minería por los fenicios. (Aquí publicado). O el poblado romano, localizado en los alrededores del “tenis”, y que tenían Filón Sur y La Esperanza a escasos metros. Donde aparecieron importantes hallazgos: El lujoso collar de oro aparecido en una tumba en los alrededores de La Esperanza, el torso de un posible emperador, y el busto del emperador Calígula, depositados ambos en el museo de Huelva; así como cerámicas, monedas o lucernas. Este poblamiento romano bien pudo estar recogido en el Itinerario Antonino, donde se detalla el trazado de las vías romanas de Hispania, que enlazaban urbes con zonas productivas y portuarias y que bien pudo estar rotulado como “Ad Rubras”. Esto debió ser desconocido por Deligny, pues a pesar de que su instrucción académica estuvo repleta de Humanidades, y que los vestigios encontrados en 1853 catalogó oportunamente de fenicios y romanos, de conocer que este poblamiento romano ya estaba nombrado en el siglo I d. C. se le podía plantear la duda entre dar a las minas el nombre de un cabezo,”Tarse”, o el de un poblado o mansio, “Rubras”. Si estas mansio se establecían en las vías romanas a cada cierta distancia donde viajeros y caballerías podían descansar y pernoctar, es de suponer que lo que hoy es Tharsis, en la época romana ya tenia cierta entidad, que los hallazgos arqueológicos han ido corroborando. Aunque algunos investigadores dudan entre situar Ad Rubras en Tharsis o Cabezas Rubias.

Esto se lo comenté al familiar de Deligny cuando nos visitó hace dos años, que el nombre que le puso a las minas lo adoptó el pueblo, y que él, nada más oírlo, ya quedó impresionado relacionándolo con el Tarsis bíblico. Sí me comentó que pensaba investigar los pasos de su tatarabuelo y que se pondría en contacto con los descendientes del duque de Glucksbierg, con quien mantuvo estrecha relación no solo epistolar. Aunque esta importancia de Tharsis en la Hispania romana fuera conocida o no por quien puso en explotación unas minas abandonadas durante siglos, nada cambiaría la historia. Ni tampoco si llegáramos a averiguar porqué en su primera incursión minera en las cantareras de la reina y sierra de Santo Domingo, le pusiera al socavón con que pretendía llegar a minerales, el nombre de “la Sabina”.

Los nombres utilizados en registrar los denuncios fueron dispares, al igual que hizo su continuador en la etapa francesa, Mercier, pero esta claro que ponerle a las minas el nombre de Tharsis estuvo motivado por lo que él consideraba una revelación, y que detalla oportunamente en sus “Apuntes históricos”.

José Gómez Ponce
Abril 2018

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