domingo, 16 de julio de 2017

Recordando viejos tiempos


Este sábado 15 de Julio, tuvimos una reunión entre amigos que llevamos años sin vernos. Fueron momentos alegres, pues nos volvimos a encontrar con quienes, al igual que nosotros, vivimos una de las etapas más felices de nuestra vida, la Juventud.
Se contaron anécdotas, se recordaron a otros que están lejos, y uno a uno expusimos nuestra situación. Casi todos jubilados, con hijos independizados, y con nietos por quienes nos desvivimos. Lo que sí era unánime en todos, es que el paso de los años lo llevábamos en el rostro, en la melena, o en la figura. Y en lo que también coincidimos, es que en este tipo de encuentros te sientes a gusto, y no te importaría repetir.
Me viene a  la memoria lo que relatara un paisano nuestro que volvió a Tharsis a los 43 años de haberse marchado, el mismo tiempo que ha transcurrido sin vernos algunos de nosotros. Me refiero a José Alfonso, que emigró a la Argentina en 1911 y regresó de visita en 1954. Aunque la mayoría hemos permanecido en España, cuando se emigra tan lejos,  y viajar resultaba difícil, parece que el deseo de reencontrarse con amigos, con lugares tanto tiempo añorados, se busca más intensamente; a sabiendas que ese reencuentro tan deseado una vez que acaba nos sumerge en la tristeza de saber que nunca más lo volveremos a repetir. Por eso tituló su libro: “Estampa sentimental del retorno”



Aunque nosotros nos hemos reunido en Huelva, si el encuentro lo hubiéramos  tenido en Tharsis habríamos concluido con parecidas observaciones. El pueblo no es lo que era. El bullicio de las calles o de las celebraciones tampoco es el de nuestra juventud. Ni los ruidos a los que estábamos tan acostumbrados de maquinarias, locomotoras, o camiones, los podemos oír ya. Ni pasar por calles que antes existían, ni encontrarnos con vecinos en las puertas de las que todavía existen. Y lo más triste, que  cerca de siglo y medio de actividad minera han acabado para siempre, al menos para conocerlo  nosotros.  Y donde este rico pasado minero, que nos afecta a todos, es olvidado y despreciado.

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