jueves, 10 de septiembre de 2015

"No es esto, no es esto" (1)



(1) José Ortega y Gasset, uno de los impulsores de la caída de la monarquía y "padre espiritual" de la II República junto a Pérez de Ayala y Gregorio Marañón, exponía en su artículo, "Un aldabonazo", publicado el 9 de Septiembre de 1931, su desacuerdo con el sectarismo que emanaba de la Constitución Republicana, que unido a la permisividad del Gobierno por la quema de iglesias y conventos, acabó por manifestar públicamente su rechazo y vaticinar un trágico final: "La República es una cosa. El radicalismo es otra. Si no, al tiempo".

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Los resultados de las últimas elecciones municipales propiciaron, según algunos, el necesario revulsivo que la desacreditada “casta” política se había ganado a pulso.

Utilizando con fruición todos los medios para hacer propaganda de una ideología que, afortunadamente, reposa en el basurero de la historia, unos profesores universitarios han propiciado la subida de un partido instalado en el odio y el revanchismo, que defiende las dictaduras más abyectas. Aunque no menos trascendente para este auge, es la cantidad de “tontos útiles” que han encontrado por el camino y  en tantos medios de comunicación.

El sonsonete de sus soflamas les sigue sonando a música celestial a una población  cada vez más ideologizada, influenciada por los medios, y carente de espíritu crítico. Y es qué, como buenos  propagandistas, saben vender humo disfrazándolo de mercancía.

Todo está inventado. Todo se puso en práctica en 1917, y todo se desmoronó en 1989; pero es duro reconocer lo equivocado de una trayectoria, porque en el fondo, la dignidad había que perderla  para seguir en la secta.

Es imposible rebatir argumentos e intenciones tan bellas: igualdad, justicia, paz. Las utopías no son de este mundo, y por definición no se pueden objetar. Pero cuando estos demagogos iluminados han aterrizado en el mundo real, hacen y dicen cosas tan despreciables como las de quienes tanto han criticado. Abonados a sintonizar con los medios cuando difunden tragedias y miserias, reparten culpas por doquier, pero son mudos para aportar soluciones.

Utilizan y abusan del poder al que han accedido para controlar la información; para diseñar nuevas formas de propaganda; o para, disfrazando de legalidad, acabar eligiendo de asesores exclusivamente a sus incondicionales.

No pueden ser más cerriles. La máxima del socialismo-comunismo, concebido por Marx en el XIX, implicaba el control por el Estado de todos los medios de producción, y eso es inviable e imposible en el XXI. La única alternativa al capitalismo demostró su fracaso, pero aún creen en ella quienes leyeron, pero no vivieron, las "bondades" de la dictadura del proletariado.

Hoy, cuando tantos "socialistas", expertos en tapar o minimizar errores pero escandalosos en airear los contrarios han copado el poder,  no saben hacer otra cosa que servirse del capitalismo, aplicándolo de una forma u otra: con más control, con más impuestos. Y sobre todo con alegatos a los pobres, a los desfavorecidos, a traernos para todos la felicidad terrenal. Utopía en definitiva, y con utopías no se pueden ofrecer soluciones a los problemas que el capitalismo genera.

Ojala que nadie tenga que recordar el desprecio que sintió Ortega y Gasset ante la llegada al poder de unos liberticidas.
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P. D.
Os dejamos más imágenes para nuestro museo fotográfico

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