jueves, 20 de noviembre de 2014

Tharsis. Minería y otras ocupaciones. 2ª Parte


En Tharsis no eran ajenos a estas incursiones cruzando el Chanza, ni tampoco otros pueblos situados más lejos de la frontera. Incluso el municipio de Paymogo tiene señalizado una “Ruta de los contrabandistas”, que tantas veces transitaron muchos de nuestros vecinos. Donde el cruce del río les provocaba, en ciertas épocas del año, mucho más temor que los propios “guardiñas”.

Una vez llegada la mercancía de Portugal había que entregarla a quienes la habían encargado, o venderlas, y en esta tarea destacaron sobre todo mujeres,  aunque sus refajos no siempre ocultaron el contrabando a la Guardia Civil. Mujeres que compaginaron la distribución de  productos importados, con los que se producían aquí, y que las conocimos por recoveras.

Eran estas, personas dedicadas a la recova. Principalmente a la compra de huevos para  su reventa. Personas que pasaron a ser reconocidas más que por un nombre o apodo, por dedicarse a la recova. Se decía así, antes que Juana: Juana la recovera, o María la recovera. 

Esta actividad empresarial, aunque pequeña, pensamos que tuvo su auge con la puesta en servicio del ferrocarril. Si en un principio la clientela debió de estar entre los propios vecinos, cuando pudieron llevar la mercancía a un mercado mucho más amplio y mejor cotizado, como era la capital, les supuso más dedicación y esfuerzo. Aprovecharon su desplazamiento para ofrecer a los clientes los productos traídos de Portugal, mayormente café.

Recorrían para ello  los cortijos cercanos para abastecerse de huevos frescos. Época aquella donde los habitantes de los cortijos vivían prácticamente del campo. Dedicados a la agricultura y a la cría de animales, que comerciaban con  los pueblos cercanos. También, y de esto tienen buenos recuerdos las personas mayores, horneaban un pan riquísimo.

Nuestras recoveras, después del acopio de huevos frescos en enormes canastos, que cuidadosamente colocaban entre pajas, iniciaban el pesado transponte. Unas veces entre fornidos brazos, otras sobre la cabeza que amortiguaban con un elaborado rodete.

Por muy cerca que se viviera de la estación, el recorrido habitual era bajar la cuesta de la Escuela Grande, atravesar la vía del tren que venia de Sierra Bullones, la “regola” de “agua grao”,  y subiendo  los escalones construidos de traviesas, enfilar por Vista Hermosa hasta la estación.

Quienes coincidíamos con las recoveras durante el trayecto veíamos su esfuerzo, compartido a veces con sus maridos que le acompañaban para coger el tren.

Una vez que nos acomodábamos en los asientos de madera de los coches, que se colocaban al final del convoy, teníamos que hacer hueco a los canastos repletos de huevos que sus portadoras cuidaban con mimo. Si hasta la estación llegaban sanos y salvos entre pajas, ahora había que protegerlos de movimientos más bruscos: el traqueteo y los arranques y paradas del tren.

Acabado el trayecto en el Puntal de la Cruz, pasajeros y mercancías salían a tropel para coger la primera canoa que nos llevara a Huelva. Las recoveras sabían bien que “el tiempo es oro”, y llegar antes a la Plaza suponía finalizar pronto y con beneficios el negocio.

Aunque este trasiego entre cortijos, estación, Huelva; no era previsible que corrieran ningún peligro, si acaso el que pudieran sufrir durante el trayecto en el ferrocarril, ocurrió una vez un percance que, aunque quienes lo vieron sin participar en él lo cuentan con cierta sorna, nuestras recoveras se llevaron un buen susto y perdieron su mercancía. Todo ocurrió por unos travesaños del muelle de acceso a las canoas,  quizás en mal estado,  o por un exceso de peso en un momento dado entre portadoras y canastos, que cedió la madera y cayeron varias al agua; perdiéndose parte de la mercancía en la marisma,  y parte embadurnando el cuerpo y vestido de las recoveras.

Pero quedó en eso, en susto, y en regocijo general en el pueblo cuando al regreso se comentó el incidente.

Y al igual que para otros menesteres, el tiempo, la modernidad y el desarrollo, acabó con estas emprendedoras amas de casa.

Continuará...




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