jueves, 8 de mayo de 2014

LA MINA DE RÍO TINTO Y SUS CALCINACIONES. 1ª Parte.

 

Publicamos a partir de hoy y en varias entregas, este interesante documento sobre las calcinaciones. Después de todo lo que se ha investigado y escrito hasta nuestros días, el discurso está ampliamente superado, pero sigue teniendo su interés porque refleja la importancia del asunto desde finales del XIX, y que tan intensamente se vivió en los poblados mineros, incluido Tharsis.

Al acuerdo adoptado por el Ayuntamiento de Calañas siguió el de Alosno, aprobando la prohibición de calcinar. Decisión que afectaba a la Tharsis Sulphur y a la Sociedad de minas de cobre del  Alosno, a las que denunció Pedro Marín Blanco por los daños causados en su huerta de Valde-oscuro. Al juicio celebrado en Septiembre de 1888, fueron citados el director de "la mina del Tharsis", Alejandro Allan, y de la "mina del Lagunazo", Ernesto Deligny.

Os dejamos primero el comentario de D. Miguel Ortiz.

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Comentarios al discurso “La Mina de Río Tinto y Sus Calcinaciones”

 
Fue pronunciado nueve días antes de la manifestación (4 de Febrero de 1.888) que dio lugar a lo que conocemos como el año de los tiros, manifestación conjunta de mineros (no se le abonaban los salarios de los días de “manta”) y agricultores (por los daños causados por la lluvia ácida a los cultivos), durante su transcurso en la plaza de la Constitución de Río Tinto el Regimiento de Pavía que controlaba la manifestación abrió fuego causando gran número de muertos, las autoridades nunca dieron una cifra oficial.

En este discurso se constata la falta de sensibilidad existente en cierto sectores de la sociedad hacia el Medio Ambiente y los derechos de las personas.

A finales de 1.886 el Ayuntamiento de Calañas, que fue seguido por otros consistorios, prohibió las calcinaciones al aire libre, el Gobernador Civil de la provincia, presionado por las grandes compañías mineras, revocó el acuerdo.

Justifica, D. Daniel de Cortázar, que para los minerales con ley inferior al 2 % en cobre solo era rentable su aprovechamiento por el método de las calcinaciones al aire libre (teleras), necesitando las compañías su explotación dado las grandes inversiones realizadas que tenían amortizar y las elevadas reservas existentes.

Entre minería y agricultura se decanta por la minería que representaba un capital de 300 millones de pesetas que tributaba anualmente con unos dos millones, frente a la riqueza rustica, urbana y pecuaria que no llegaba a los 50 millones y tributaba con unas 450.000 pesetas, pero no contabiliza los daños medioambientales que producía.

Finalmente justifica que los humos eran beneficiosos para la salud de la población de Río Tinto pues eran excepcionales los casos de tifus y nunca había entrado el cólera, aunque se olvida de las personas con problemas respiratorios.

Las calcinaciones al aire libre continuaron en Río Tinto hasta el año 1.907 en que se apagó la última telera, continuando el beneficio del cobre por otro método metalúrgico, quedando demostrado que las calcinaciones eran el método más barato pero no el único.
 

Miguel Ortiz Mateo

Dr. Ingeniero de Minas

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“La Mina de Río Tinto y Sus Calcinaciones”, discurso pronunciado el 26 de Enero de 1.888 por D. Daniel de Cortázar, ingeniero jefe del cuerpo de minas, en el Ateneo de Madrid.

 
Señores:

Difícil es al que como á mí sólo le ocurren ideas de poco interés general, dado el linaje de sus estudios y aficiones, poder entretener vuestra atención, siquiera sea por tiempo no muy largo; mas espero me perdonaréis el mal rato que pueda daros, ya que la amistad que me une al digno Presidente de la Sección de Ciencias exactas, físicas y naturales del Ateneo, el Sr. D. Enrique F. Villaverde, tengo que manifestarla, según me ha dicho, haciendo aquí una relación que tenga algo de práctica y que pueda apreciarse por alguno de los asiduos concurrentes á estas conferencias.

En estas condiciones, y creyendo yo que lo que menos mal podré exponer será decir algo de lo que por mi oficio debo conocer, trataré en esta ocasión de hacer un resumen de la historia, importancia y desarrollo de la Mina de Río Tinto y de sus calcinaciones, hoy que tanto se habla de los humos que produce el tratamiento de los minerales que se explotan en diversos criaderos de la provincia de Huelva, pero sobre todo en el citado de Río Tinto.

Cuento con vuestra benevolencia, que no me ha de faltar, dado mi buen deseo, con el que si no puedo pasar de resultados casi nulos, será porque, como dice un proverbio francés: “La plus belle fille du monde ne peut donner que ce qu'élle a.”

Comenzaré por manifestar no me unen relaciones de ninguna clase, ni con las Empresas mineras, ni con los pueblos de la provincia de Huelva; que voy á terciar en esta cuestión, sin agravios que vengar, ni atenciones á que corresponder; que considero igualmente respetables las opiniones de unos y otros contrincantes; y que sólo el deseo de la justicia es el que me mueve; y para que se comprenda aún más mi imparcialidad en el asunto, al que no llevo ni el interés de clase, me bastará añadir que aun dentro de mi carrera de Ingeniero de minas, hace muchos años he prescindido casi por completo de todo lo que no se relaciona directamente con la formación del Mapa geológico.

Entre rocas pizarreñas que corresponden al terreno carbonífero, y en íntima relación con grandes asomos porfídicos, según los estudios de mi excelente amigo y compañero el inteligente geólogo D. Joaquín Gonzalo y Tarín, se encuentran las masas de pirita ferro cobriza que son objeto del laboreo en Río Tinto; establecimiento que es hoy uno de los primeros, si no el primero del mundo, y que en unión con los demás criaderos que se explotan en la provincia han hecho, con razón, que se haya considerado como la California del cobre el territorio que con caracteres geológicos semejantes comienza en el Castillo de las Guardas, 40 quilómetros al O. NO. de Sevilla, y cruzando la provincia de Huelva va hasta Ajustel en Portugal, teniendo más de 200 quilómetros de longitud con un ancho medio de 25.

En esta zona se encuentran, entre otras menos importantes, las minas de Río Tinto, Tharsis, La Zarza, Sotiel y Coronada, Lagunazo, Peña del Hierro, La Joya, Poderosa y Concepción, etc., teniendo tal analogía todos los criaderos, que deben considerarse como contemporáneos, y formados por las mismas causas, que á mi modo de ver no pueden ser otras que las de segregación de las rocas adyacentes, mediante fenómenos que no han actuado á gran profundidad, según se comprueba por la disposición de las masas metalíferas.

Idea es esta que, como tesis general para la formación de todos los criaderos, hace muchos años sostiene públicamente mi Jefe y amigo el Excmo. Sr. D. Manuel Fernández de Castro.

La mayor parte de las masas piritosas se revelan á la superficie por inmensas crestas de óxido de hierro, cuyo origen puede muy bien buscarse en la transformación lenta, pero continuada, de las menas, bajo la acción dé los agentes atmosféricos.

La ley en cobre de los diversos criaderos, es por demás variable, pero nunca ha pasado de 17 por 100, y es lo más frecuente exceda poco del 2 por 100, pobreza que sólo puede compensarse con la abundancia de mineral, y contando para el beneficio con medios de excepcional baratura. Como el señalar las condiciones de yacimiento y las calidades peculiares de cada una de las minas sería demasiado monótono, y en último resultado poco práctico, prefiero dar una idea de las circunstancias de los criaderos de Río Tinto, como los más importantes de todos, y teniendo presente que lo que de ellos diga puede aplicarse, con cortísimas variaciones de detalle, á todos los demás de la región.

Tres masas metalíferas existen en las minas de Río Tinto: una, la más meridional, descubierta, aún no hace muchos años, por el malogrado Ingeniero Sr. Cossio, no es beneficiada, sin duda por su insignificancia con respecto á las otras dos, de las cuales, la cita más al Sur, es la principal, donde se hallaban las labores hechas por el Gobierno en el presente siglo, y donde hoy están los trabajos mayores de la Compañía propietaria. Tiene reconocido este criadero una longitud de cerca de dos quilómetros, un ancho medio de 400 metros y profundidad bastante variable. En el criadero septentrional, poco menor que el anterior, hay también en la actualidad importantes excavaciones, pero los fenicios y romanos hicieron tales labores, que hay sitios donde todo quedó arrasado y destruido.

Bueno será decir que, á pesar de su excepcional importancia, ni los criaderos son indefinidos, ni la riqueza tan fabulosa como muchos han supuesto. De todo el mineral que se explota, menos del 7 por 100 puede dedicarse directamente á la fundición para obtener el cobre de la mena, cuya riqueza, sólo en rarísimos casos, pasa del 8 por 100. El 20 por 100 próximamente del mineral, con una ley media de 3 á 4 por 100 de cobre, se exporta para Inglaterra, para ser tratado en las fábricas de aquel país; y el 70 por 100 restante, cuya ley no pasa de 2 por 100, como término medio, se calcina en montones, á fin de poder transformar los sulfuros de hierro y cobre en sulfatos, que, disueltos en agua, dan el medio de separar el cobre, precipitándolo con auxilio de lingotes de hierro; es decir, cementándolo y obteniendo la cáscara, que después se afina y purifica, fundiéndolo en torales ó salmones listos para el comercio.

La calcinación en montones, que se hace hoy en Atvidaberg y Fahlun (Suecia), Röraas (Noruega), Bajo Harz y Mansfeld (Sajonia), Foenisville y Boston (Estados Unidos), Campanne Vecchie y Agordo (Italia), etc., etc., es indispensable para concentrar el mineral, y este procedimiento no sólo se emplea para las menas de cobre, sino también para las de hierro, plomo, plata, zinc y mercurio; siendo tanto más á propósito cuanto menor es la ley de los minerales, que en muchos casos no podrían sufragar los gastos de otros sistemas.

Esto parece demostrar lo difícil de que en las condiciones actuales del comercio del cobre, los mineros de Huelva puedan establecer un procedimiento distinto al que de tiempos atrás se viene siguiendo en la localidad, ya que cuentan con menas de las más pobres del mundo.

Tal es la síntesis de las minas de Río Tinto; pero antes de pasar más adelante, conviene digamos algunas palabras referentes á la historia de estos criaderos, sitos en la parte más oriental de la gran zona metalífera de la provincia de Huelva, y en el antiguo término de Zalamea la Real.

Hay allí una comarca donde se cruzan diversas sierras y se alzan multitud de cerros, formando un terreno pobre, áspero y escabroso, que, sin embargo de no distar gran cosa de la costa, era de difícil y trabajoso acceso, pues hace pocos años aún que sólo un camino de herradura, abierto entre jarales, permitía llegar hasta allá. No obstante tan desfavorables circunstancias topográficas, las minas fueron, como ya he indicado, beneficiadas por los fenicios y romanos, según atestiguan los antiguos minados y vaciaderos, entre los que se han encontrado monedas y objetos que han venido á comprobar la edad de las explotaciones.

Sea por falta de medios adecuados, sea porque el mineral es tanto más duro cuanto menor es su riqueza, la verdad es que los antiguos sólo explotaron ciertas y determinadas partes de los criaderos, si bien con ello obtuvieron cantidades inmensas de mineral, dado el tiempo en que se verificaba el beneficio, y á juzgar por los escóriales que después de tantos siglos han llegado hasta nosotros, y que representan un volumen de más de 20 millones de metros cúbicos.

 
Continuará…

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