Publicamos a partir
de hoy y en varias entregas, este interesante documento sobre las
calcinaciones. Después de todo lo que se ha investigado y escrito hasta
nuestros días, el discurso está ampliamente superado, pero sigue teniendo su
interés porque refleja la importancia del asunto desde finales del XIX, y que
tan intensamente se vivió en los poblados mineros, incluido Tharsis.
Al acuerdo adoptado
por el Ayuntamiento de Calañas siguió el de Alosno, aprobando la prohibición de
calcinar. Decisión que afectaba a la Tharsis Sulphur y a la Sociedad de minas
de cobre del Alosno, a las que denunció Pedro Marín Blanco por los daños
causados en su huerta de Valde-oscuro. Al juicio celebrado en Septiembre de
1888, fueron citados el director de "la mina del Tharsis", Alejandro
Allan, y de la "mina del Lagunazo", Ernesto Deligny.
Os dejamos primero el
comentario de D. Miguel Ortiz.
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Comentarios
al discurso “La Mina de Río Tinto y Sus Calcinaciones”
Fue pronunciado nueve días antes de la
manifestación (4 de Febrero de 1.888) que dio lugar a lo que conocemos como el
año de los tiros, manifestación conjunta de mineros (no se le abonaban los
salarios de los días de “manta”) y agricultores (por los daños causados por la
lluvia ácida a los cultivos), durante su transcurso en la plaza de la
Constitución de Río Tinto el Regimiento de Pavía que controlaba la
manifestación abrió fuego causando gran número de muertos, las autoridades
nunca dieron una cifra oficial.
En este discurso se constata la
falta de sensibilidad existente en cierto sectores de la sociedad hacia el
Medio Ambiente y los derechos de las personas.
A finales de 1.886 el
Ayuntamiento de Calañas, que fue seguido por otros consistorios, prohibió las
calcinaciones al aire libre, el Gobernador Civil de la provincia, presionado
por las grandes compañías mineras, revocó el acuerdo.
Justifica, D. Daniel de Cortázar,
que para los minerales con ley inferior al 2 % en cobre solo era rentable su
aprovechamiento por el método de las calcinaciones al aire libre (teleras),
necesitando las compañías su explotación dado las grandes inversiones
realizadas que tenían amortizar y las elevadas reservas existentes.
Entre minería y agricultura se
decanta por la minería que representaba un capital de 300 millones de pesetas
que tributaba anualmente con unos dos millones, frente a la riqueza rustica,
urbana y pecuaria que no llegaba a los 50 millones y tributaba con unas 450.000
pesetas, pero no contabiliza los daños medioambientales que producía.
Finalmente justifica que los
humos eran beneficiosos para la salud de la población de Río Tinto pues eran
excepcionales los casos de tifus y nunca había entrado el cólera, aunque se
olvida de las personas con problemas respiratorios.
Las calcinaciones al aire libre
continuaron en Río Tinto hasta el año 1.907 en que se apagó la última telera,
continuando el beneficio del cobre por otro método metalúrgico, quedando
demostrado que las calcinaciones eran el método más barato pero no el único.
Miguel Ortiz Mateo
Dr. Ingeniero de Minas
“La
Mina de Río Tinto y Sus Calcinaciones”, discurso pronunciado el 26 de Enero de
1.888 por D. Daniel de Cortázar, ingeniero jefe del cuerpo de minas, en el
Ateneo de Madrid.
Señores:
Difícil es al que como á mí sólo
le ocurren ideas de poco interés general, dado el linaje de sus estudios y
aficiones, poder entretener vuestra atención, siquiera sea por tiempo no muy
largo; mas espero me perdonaréis el mal rato que pueda daros, ya que la amistad
que me une al digno Presidente de la
Sección de Ciencias exactas, físicas y naturales del Ateneo,
el Sr. D. Enrique F. Villaverde, tengo que manifestarla, según me ha dicho,
haciendo aquí una relación que tenga algo de práctica y que pueda apreciarse
por alguno de los asiduos concurrentes á estas conferencias.
En estas condiciones, y creyendo
yo que lo que menos mal podré exponer será decir algo de lo que por mi oficio debo
conocer, trataré en esta ocasión de hacer un resumen de la historia,
importancia y desarrollo de la
Mina de Río Tinto y de sus calcinaciones, hoy que tanto se
habla de los humos que produce el tratamiento de los minerales que se explotan
en diversos criaderos de la provincia de Huelva, pero sobre todo en el citado
de Río Tinto.
Cuento con vuestra benevolencia,
que no me ha de faltar, dado mi buen deseo, con el que si no puedo pasar de resultados
casi nulos, será porque, como dice un proverbio francés: “La plus belle fille
du monde ne peut donner que ce qu'élle a.”
Comenzaré por manifestar no me
unen relaciones de ninguna clase, ni con las Empresas mineras, ni con los pueblos
de la provincia de Huelva; que voy á terciar en esta cuestión, sin agravios que
vengar, ni atenciones á que corresponder; que considero igualmente respetables las
opiniones de unos y otros contrincantes; y que sólo el deseo de la justicia es
el que me mueve; y para que se comprenda aún más mi imparcialidad en el asunto,
al que no llevo ni el interés de clase, me bastará añadir que aun dentro de mi
carrera de Ingeniero de minas, hace muchos años he prescindido casi por
completo de todo lo que no se relaciona directamente con la formación del Mapa
geológico.
Entre rocas pizarreñas que
corresponden al terreno carbonífero, y en íntima relación con grandes asomos
porfídicos, según los estudios de mi excelente amigo y compañero el inteligente
geólogo D. Joaquín Gonzalo y Tarín, se encuentran las masas de pirita ferro
cobriza que son objeto del laboreo en Río Tinto; establecimiento que es hoy uno
de los primeros, si no el primero del mundo, y que en unión con los demás criaderos
que se explotan en la provincia han hecho, con razón, que se haya considerado
como la California
del cobre el territorio que con caracteres geológicos semejantes comienza en el
Castillo de las Guardas, 40 quilómetros al O. NO. de Sevilla, y cruzando la
provincia de Huelva va hasta Ajustel en Portugal, teniendo más de 200
quilómetros de longitud con un ancho medio de 25.
En esta zona se encuentran, entre
otras menos importantes, las minas de Río Tinto, Tharsis, La Zarza , Sotiel y Coronada, Lagunazo,
Peña del Hierro, La Joya ,
Poderosa y Concepción, etc., teniendo tal analogía todos los criaderos, que deben
considerarse como contemporáneos, y formados por las mismas causas, que á mi
modo de ver no pueden ser otras que las de segregación de las rocas adyacentes,
mediante fenómenos que no han actuado á gran profundidad, según se comprueba
por la disposición de las masas metalíferas.
Idea es esta que, como tesis
general para la formación de todos los criaderos, hace muchos años sostiene
públicamente mi Jefe y amigo el Excmo. Sr. D. Manuel Fernández de Castro.
La mayor parte de las masas
piritosas se revelan á la superficie por inmensas crestas de óxido de hierro,
cuyo origen puede muy bien buscarse en la transformación lenta, pero
continuada, de las menas, bajo la acción dé los agentes atmosféricos.
La ley en cobre de los diversos
criaderos, es por demás variable, pero nunca ha pasado de 17 por 100, y es lo
más frecuente exceda poco del 2 por 100, pobreza que sólo puede compensarse con
la abundancia de mineral, y contando para el beneficio con medios de
excepcional baratura. Como el señalar las condiciones de yacimiento y las
calidades peculiares de cada una de las minas sería demasiado monótono, y en
último resultado poco práctico, prefiero dar una idea de las circunstancias de
los criaderos de Río Tinto, como los más importantes de todos, y teniendo presente
que lo que de ellos diga puede aplicarse, con cortísimas variaciones de
detalle, á todos los demás de la región.
Tres masas metalíferas existen en
las minas de Río Tinto: una, la más meridional, descubierta, aún no hace muchos
años, por el malogrado Ingeniero Sr. Cossio, no es beneficiada, sin duda por su
insignificancia con respecto á las otras dos, de las cuales, la cita más al Sur,
es la principal, donde se hallaban las labores hechas por el Gobierno en el
presente siglo, y donde hoy están los trabajos mayores de la Compañía propietaria.
Tiene reconocido este criadero una longitud de cerca de dos quilómetros, un
ancho medio de 400 metros
y profundidad bastante variable. En el criadero septentrional, poco menor que
el anterior, hay también en la actualidad importantes excavaciones, pero los
fenicios y romanos hicieron tales labores, que hay sitios donde todo quedó
arrasado y destruido.
Bueno será decir que, á pesar de
su excepcional importancia, ni los criaderos son indefinidos, ni la riqueza tan
fabulosa como muchos han supuesto. De todo el mineral que se explota, menos del
7 por 100 puede dedicarse directamente á la fundición para obtener el cobre de
la mena, cuya riqueza, sólo en rarísimos casos, pasa del 8 por 100. El 20 por
100 próximamente del mineral, con una ley media de 3 á 4 por 100 de cobre, se
exporta para Inglaterra, para ser tratado en las fábricas de aquel país; y el
70 por 100 restante, cuya ley no pasa de 2 por 100, como término medio, se
calcina en montones, á fin de poder transformar los sulfuros de hierro y cobre
en sulfatos, que, disueltos en agua, dan el medio de separar el cobre,
precipitándolo con auxilio de lingotes de hierro; es decir, cementándolo y
obteniendo la cáscara, que después se afina y purifica, fundiéndolo en torales
ó salmones listos para el comercio.
La calcinación en montones, que
se hace hoy en Atvidaberg y Fahlun (Suecia), Röraas (Noruega), Bajo Harz y
Mansfeld (Sajonia), Foenisville y Boston (Estados Unidos), Campanne Vecchie y
Agordo (Italia), etc., etc., es indispensable para concentrar el mineral, y
este procedimiento no sólo se emplea para las menas de cobre, sino también para
las de hierro, plomo, plata, zinc y mercurio; siendo tanto más á propósito cuanto
menor es la ley de los minerales, que en muchos casos no podrían sufragar los
gastos de otros sistemas.
Esto parece demostrar lo difícil
de que en las condiciones actuales del comercio del cobre, los mineros de
Huelva puedan establecer un procedimiento distinto al que de tiempos atrás se
viene siguiendo en la localidad, ya que cuentan con menas de las más pobres del
mundo.
Tal es la síntesis de las minas
de Río Tinto; pero antes de pasar más adelante, conviene digamos algunas
palabras referentes á la historia de estos criaderos, sitos en la parte más
oriental de la gran zona metalífera de la provincia de Huelva, y en el antiguo
término de Zalamea la Real.
Hay allí una comarca donde se
cruzan diversas sierras y se alzan multitud de cerros, formando un terreno pobre,
áspero y escabroso, que, sin embargo de no distar gran cosa de la costa, era de
difícil y trabajoso acceso, pues hace pocos años aún que sólo un camino de
herradura, abierto entre jarales, permitía llegar hasta allá. No obstante tan
desfavorables circunstancias topográficas, las minas fueron, como ya he
indicado, beneficiadas por los fenicios y romanos, según atestiguan los
antiguos minados y vaciaderos, entre los que se han encontrado monedas y
objetos que han venido á comprobar la edad de las explotaciones.
Sea por falta de medios
adecuados, sea porque el mineral es tanto más duro cuanto menor es su riqueza,
la verdad es que los antiguos sólo explotaron ciertas y determinadas partes de
los criaderos, si bien con ello obtuvieron cantidades inmensas de mineral, dado
el tiempo en que se verificaba el beneficio, y á juzgar por los escóriales que
después de tantos siglos han llegado hasta nosotros, y que representan un
volumen de más de 20 millones de metros cúbicos.
Continuará…
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