jueves, 12 de diciembre de 2013

CABEZO JURÉ. Anexo


 
Como habíamos anunciado,  os dejamos nuestra opinión sobre los hallazgos del cabezo Juré.
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La importancia de estos descubrimientos arqueológico vienen a constatar la hipótesis que la minería en esta parte de la península Ibérica se desarrolló, digamos, de forma autónoma por los primeros pobladores. Que no fueron otros pueblos que importaron la actividad minera a esta zona del Andévalo. Según este trabajo del profesor Nocete, las pruebas de datación con carbono 14 situarían estos restos  unos 2500 años antes de la era Cristiana. Si a esto añadimos, por la interpretación de los hallazgos, que la comunidad que habitó en el cabezo Juré estaba especializada en  la producción metalúrgica, para la que tenían que dominar  la construcción de  hornos y crisoles, donde alcanzar altas temperaturas para la fundición; estamos pues constatando, uno de los emplazamientos más antiguos de la prehistoria dedicado a la producción de cobre. Este grado de especialización lo confirma el hecho de dejar desatendida, o con menos dedicación, otras labores más  primarias como las agrícolas o ganaderas, que suplían con la caza.
La vida de esta comunidad debió estar estructurada en gremios o grupos de actividad determinada: mineros, artesanos, comerciantes, ejército, etc. Igualmente, por los hábitos alimenticios, se detecta un importante consumo de productos traídos de zonas costeras, que encarecerían su valor por el traslado a tanta distancia.
Su sistema defensivo ayudaría, tanto a preservar sus instalaciones, como a repeler los posibles ataques   de otros pueblos para procurarse quizás sus riquezas o sus conocimientos.
Este trabajo y otros más recientes que se han acometido, según nos informa el profesor Nocete, ponen de manifiesto que el poblamiento del cabezo Juré y su dedicación más especializada a la minería, es, no ya el comienzo más remoto de nuestra tradición minera, que a partir del siglo XIX encaminó a Ernesto Deligny a investigar los “grandes escóriales del Alosno”; si no que contradice las hipótesis que apuntan a los orígenes fenicios de la minería en nuestra provincia, y que durante el periodo romano alcanzó su máximo apogeo. Se adelanta, según esos datos, en unos 2000 años a la fundación de la más importante colonia fenicia en España, Gadir (Cádiz).
A la llegada de fenicios y griegos, nuestros antepasados más remotos ya eran expertos metalúrgicos, comerciantes o constructores, y consiguieron un aceptable bienestar para la comunidad en la que vivían.
No sabemos si la desigualdad que se parece apreciar entre sus habitantes, por el acceso restringido a ciertos productos importados, estaba impuesta por quienes ostentaban el poder en la comunidad.
Si verdaderamente gravoso es sostener una actividad metalúrgica, para solamente satisfacer el ego y el estatus de una parte de esa sociedad, y no en una actividad comercial más, intercambiando lo que se produce por lo que se necesita;  cabe pensar, lógicamente, en el trabajo en esclavitud.
Puede que el recinto amurallado marcara la separación entre esclavos y amos, pero llegar a esta conclusión exigiría conocer el tipo de trabajo que realizaban los mineros; porque si lo único que se espera de un esclavo es cumplir las órdenes de los capataces, difícilmente se podía comprobar su cumplimiento en oscuras galerías o socavones. O tenían otro aliciente, o controlar su trabajo en la oscuridad era un propósito más que difícil.
No sucedería lo mismo en los trabajos de acopio, elaboración y exportación,  que bien se pueden hacer a plena luz del día y a punta de látigo. También pudiera ser, que la actividad propiamente de contramina la realizara otro poblado de las inmediaciones. Y que esa prospera comunidad del cabezo Juré desapareciera, o se trasladara de lugar, por el simple hecho de no disponer del necesario combustible para su "industria" a un coste que le resultara rentable. 
 

 

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