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Productos que salen y productos que llegan: la expresión de que en el Cabezo
Juré no todas las personas eran iguales.
Aquí llegamos, sin duda, a
otra de las peculiaridades de este poblado. Su integración en un amplio
circuito de productos que viajan a largas distancias, yendo y viendo al Juré.
Así es, en él encontramos productos manufacturados en un sílex o en una piedra
caliza que sólo existe al sureste de la provincia de Sevilla, igualmente ocurre
con las almejas, las ostras, otros objetos en piedra (hachas) y algunas
cerámicas; todos ellos son ajenos a la producción local del Juré y han sido
transportados hasta allí desde distancias que podrían oscilar entre 30 y 200
km., según el tipo de producto.
Estos productos, que llegan
desde tan lejos, se localizaron junto a la fortificación que cerraba la cúspide
del Cerro Juré, lo que unido a la presencia de las figurillas de barro cocido,
únicas en el poblado, ayuda a entender las diferencias sociales entre las
personas que viven dentro de la fortificación y las que lo hacen fuera de ella.
Por tanto las diferencias
sociales que separan a las gentes que viven en el Cabezo Juré, se establecen y
manifiestan tanto en la propiedad exclusiva de los productos de procedencia
lejana, como en el consumo de alimentos restringidos.
También habría que incluir en
este apartado de productos que son llevados al Juré, uno que sí que es
compartido por todos, los cereales, que allí no se cultivan y de los cuales
hemos encontrado sus contextos de transformación en los ambientes domésticos
con recurrente aparición de molinos, muelas y, asociados a ellos, recipientes
para contener las harinas producto de la trituración del grano.
Todo este trasiego de productos
nos lleva a pensar que, para el caso del Juré, es la manufacturación
especializada de instrumentos y lingotes de cobre, la que puede explicar que
tengan lugar estos flujos de productos, que no sólo son constantes (como han
puesto de manifiesto el análisis de las conchas de almejas que aseguran el
abastecimiento del Juré en todas las épocas del año), si no que permiten al
conjunto de la comunidad abastecerse de recursos básicos (cereal) y, por otra
parte, permiten que se pueda seguir sosteniendo la desigualdad (en tanto que
hay un acceso restringido a determinados productos que llegan) dentro del
conjunto de la comunidad del Cabezo Juré.
EL FINAL DEL POBLADO
En los momentos finales del
poblado, cerca de su (aún por esclarecer) rápido y precipitado abandono, se
producen algunos cambios significativos. Así, mientras la cabaña domestica de
ovejas se mantiene estable, casi en los mismos niveles que al inicio del asentamiento,
los bóvidos sufren un descenso vertiginoso, mientras que aumentan el numero de
cerdos, caballos y animales salvajes cazados. Dos explicaciones nos parecen
factibles a la hora de interpretar este brutal descenso de bóvidos. Por una
parte, parece que con el aumento de los cerdos, caballos y de las actividades
de caza, lo que la comunidad del Cabezo Juré está haciendo es asegurándose la
carne que los bueyes han dejado de proporcionar. Por otra, si han descendido
tanto los bueyes, toda la actividad relacionada con ellos (transporte de
mineral y troncos al poblado, y puesta en circulación de los productos allí
realizados, así como abastecimiento de cereal hasta el mismo) ha debido
resentirse notablemente, poniendo en peligro el sentido de las actividades
productivas y la propia subsistencia de los habitantes del Cabezo Juré.
En los últimos años de
ocupación del poblado se refuerzan la fortificaciones y aumenta la producción de las puntas de flecha. Todo
ello no hace sino confirmar que, en las causas de su definitivo abandono, están
jugando un papel relevante tanto la desestructuración de los circuitos de los
que dependía el Juré, como el aumento de la conflictividad bélica en esta zona.
La metalurgia: una manifestación de la
desigualdad social de los primeros
Estados.
La existencia de poblados como
el Juré, que evidencian una gran especialización productiva, con una población
totalmente desvinculada de los trabajos agrícolas que son, en última instancia,
los que permiten la subsistencia de las personas, nos informa de la importancia
que llegaron a adquirir, en fechas tan remotas, las redes de circulación de
productos a media y largas distancias. Tanto es así, que hay que pensar que si
esas redes de circulación funcionaron fue gracias a que lo hacían sobre un
territorio muy organizado, donde los poblados como el Juré son posibles por que
otros sitios producen en abundancia los alimentos que el Juré consume.
Esto significa también que
estamos ante una comunidad, la del Cabezo Juré, que tal vez sea de las primeras
que se han desvinculado totalmente del trabajo de la tierra, lo que no
significa que sean autónomas, si no todo lo contrario, significa que los habitantes
del Juré son aún más dependientes, pues las decisiones sobre su simple supervivencia
alimenticia se toman en otros lugares, centros políticos donde se decide la
continuidad o el final de actividades tan gravosas socialmente como el
sostenimiento de una comunidad metalúrgica, cuyos productos no salen de la
esfera del lujo y la ostentación, y por lo tanto, no generan nada que podamos
considerar como un beneficio a la sociedad, si no a la parte de la sociedad
que demanda estos productos como símbolos de diferenciación y estatus.
En efecto, las labores
agrícolas son la base de la existencia de todas las comunidades de estos
tiempos, y ellas implican unas determinadas formas de organizarse en las que se
manifiesta la desigualdad a la que ya hemos aludido. Si los habitantes del
Cabezo Juré no practican la agricultura, y sin embargo también allí se
manifiesta una gran desigualdad entre las personas, esta desigualdad debió dar
lugar a una élite de privilegiados, que podemos considerar nueva, aunque
dependiente de la antigua élite que mantenía sus privilegios sobre el control
de la producción agrícola, y que es la que recibe los productos metálicos
fabricados en el Juré. Su misión consistió en asegurar la producción
metalúrgica y garantizar su circulación.
La élite que vivió en la cima
del Juré, no sólo se apropió en exclusiva de los productos llegados de lejos,
si no que, además, frente al resto de la comunidad, se preocupó de perdurar
también en la muerte, a través de la construcción de dos túmulos de grandes
dimensiones de las proximidades del poblado, para ser allí enterrada.
Todo lo dicho viene a romper
con la idea, sostenida todavía hoy, de que en las comunidades metalúrgicas
estaba el origen de las primeras sociedades de clase y que ellas habían dado
lugar al nacimiento del Estado. Todo lo contrario, más bien ocurrió al revés.
La metalurgia manifiesta el grado de organización política al que puede estar
sometida una comunidad, como ocurre con la que vivió en el Cabezo Juré, que no
es más que la manifestación coyuntural de una decisión política que se toma en
centros muy alejados, donde antes, para que toda esta historia se desarrolle,
se han producido las contradicciones sociales que han llevado a la apropiación
desigual de la riqueza y la aparición de una élite que ejerce un control
efectivo, no sólo sobre la producción agrícola y los productores, si no sobre
un territorio donde (y el Juré no sería si no expresión de todo ello)
manifiestan los límites de lo que denominamos Estado.
Fijar sus límites desde sus
expresiones es la tarea que hace algunos
años emprendimos en la provincia de Huelva. Hoy, somos conscientes de que aún
quedan muchas cuestiones por resolver, y que apenas comenzamos a esbozar esta
tarea. El Cabezo Juré seguirá aportando muchos datos y ayudándonos en ello, sus
limitaciones, nos llevarán a otros sitios donde continuar nuestras
investigaciones. Desde ellos, no sólo tendremos una visión más ajustada de la
historia del Cabezo Juré, si no que nos iremos acercando a la explicación del
origen del Estado y las manifestaciones de la desigualdad y la jerarquización
social que le acompañan.
FIN
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