jueves, 19 de diciembre de 2013

FELIZ NAVIDAD


 
A todos nuestros amigos, seguidores y simpatizantes, les deseamos lo mejor para esta Navidad, el año que comienza y Reyes. Un abrazo para todos. Que seáis felices.

jueves, 12 de diciembre de 2013

CABEZO JURÉ. Anexo


 
Como habíamos anunciado,  os dejamos nuestra opinión sobre los hallazgos del cabezo Juré.
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La importancia de estos descubrimientos arqueológico vienen a constatar la hipótesis que la minería en esta parte de la península Ibérica se desarrolló, digamos, de forma autónoma por los primeros pobladores. Que no fueron otros pueblos que importaron la actividad minera a esta zona del Andévalo. Según este trabajo del profesor Nocete, las pruebas de datación con carbono 14 situarían estos restos  unos 2500 años antes de la era Cristiana. Si a esto añadimos, por la interpretación de los hallazgos, que la comunidad que habitó en el cabezo Juré estaba especializada en  la producción metalúrgica, para la que tenían que dominar  la construcción de  hornos y crisoles, donde alcanzar altas temperaturas para la fundición; estamos pues constatando, uno de los emplazamientos más antiguos de la prehistoria dedicado a la producción de cobre. Este grado de especialización lo confirma el hecho de dejar desatendida, o con menos dedicación, otras labores más  primarias como las agrícolas o ganaderas, que suplían con la caza.
La vida de esta comunidad debió estar estructurada en gremios o grupos de actividad determinada: mineros, artesanos, comerciantes, ejército, etc. Igualmente, por los hábitos alimenticios, se detecta un importante consumo de productos traídos de zonas costeras, que encarecerían su valor por el traslado a tanta distancia.
Su sistema defensivo ayudaría, tanto a preservar sus instalaciones, como a repeler los posibles ataques   de otros pueblos para procurarse quizás sus riquezas o sus conocimientos.
Este trabajo y otros más recientes que se han acometido, según nos informa el profesor Nocete, ponen de manifiesto que el poblamiento del cabezo Juré y su dedicación más especializada a la minería, es, no ya el comienzo más remoto de nuestra tradición minera, que a partir del siglo XIX encaminó a Ernesto Deligny a investigar los “grandes escóriales del Alosno”; si no que contradice las hipótesis que apuntan a los orígenes fenicios de la minería en nuestra provincia, y que durante el periodo romano alcanzó su máximo apogeo. Se adelanta, según esos datos, en unos 2000 años a la fundación de la más importante colonia fenicia en España, Gadir (Cádiz).
A la llegada de fenicios y griegos, nuestros antepasados más remotos ya eran expertos metalúrgicos, comerciantes o constructores, y consiguieron un aceptable bienestar para la comunidad en la que vivían.
No sabemos si la desigualdad que se parece apreciar entre sus habitantes, por el acceso restringido a ciertos productos importados, estaba impuesta por quienes ostentaban el poder en la comunidad.
Si verdaderamente gravoso es sostener una actividad metalúrgica, para solamente satisfacer el ego y el estatus de una parte de esa sociedad, y no en una actividad comercial más, intercambiando lo que se produce por lo que se necesita;  cabe pensar, lógicamente, en el trabajo en esclavitud.
Puede que el recinto amurallado marcara la separación entre esclavos y amos, pero llegar a esta conclusión exigiría conocer el tipo de trabajo que realizaban los mineros; porque si lo único que se espera de un esclavo es cumplir las órdenes de los capataces, difícilmente se podía comprobar su cumplimiento en oscuras galerías o socavones. O tenían otro aliciente, o controlar su trabajo en la oscuridad era un propósito más que difícil.
No sucedería lo mismo en los trabajos de acopio, elaboración y exportación,  que bien se pueden hacer a plena luz del día y a punta de látigo. También pudiera ser, que la actividad propiamente de contramina la realizara otro poblado de las inmediaciones. Y que esa prospera comunidad del cabezo Juré desapareciera, o se trasladara de lugar, por el simple hecho de no disponer del necesario combustible para su "industria" a un coste que le resultara rentable. 
 

 

miércoles, 11 de diciembre de 2013

COMUNICADO DEL ALCALDE


Lleváis unos días enviando comentarios a un artículo publicado el 25 de Julio, con el título: LA SEGREGACIÓN DE THARSIS.OTRO CAPÍTULO.

Dichos comentarios están relacionados con una nota que el alcalde de Tharsis ha distribuido por el pueblo el pasado viernes, la cual publicamos a continuación para conocimiento general.

martes, 3 de diciembre de 2013

THARSIS, EN EL SENTIR DE SANTA BÁRBARA. 1958



"Cada año las fiestas toman mayor esplendor y significancia"

"Desvelo de la Junta de Gobierno e importante colaboración de la Compañía de Tharsis"
 
Se exterioriza de forma unánime la inquietud en los hijos de Tharsis. Hace tiem­po se viene hablando de fiestas. De los actos, en una palabra, conmemorativos en honor de Santa Bárbara. Y he aquí que cada año el programa de festejos se ve más nutrido y con nuevos acontecimientos. Esta fiesta que  por algunos lustros viose relegada a segundo término, va tomando la significancia y realce de que ahora es objeto. Cuando alborea el in­vierno y aparecen las lluvias regando vitalidad y esperanza; cuando las humildes familias de este rincón de Es­paña se sientan en torno a la lumbre y la abuela, de ca­beza blanqueada, reitere el cuentecillo mientras el espo­so y la esposa presupuestan con la superior intervención de Pitágoras, las  próximas adquisiciones para celebrar la fiesta hogareña y españolísima del Nacimiento del Mesías, surge un día en que todos los corazones de Tharsis  palpitan vibrantes de entusiasmo; 4 de diciembre.

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No hay un solo minero que  en esta fecha deje de acom­pañar a la Patrona a la blanca ermita circundada  de esbeltos e innumerables pinos que ofrecen excepcional perfume. Toda la población, sin excepción alguna, se da cita en la hermosa colina para rendir pleitesía de amor y de fe a la Virgen y mártir de Nicomedia, antigua capi­tal de Bitinia. La empinada cuesta que conduce al mon­te se hace prácticamente so­portable y es, sin duda, que la devoción y amor a la San­ta allana las dificultades del terreno. Desde aquel recinto ofrecedor de bellos paisajes compuesto por extensas  llanuras y campos ubérrimos, y esencialmente cuajado de leyendas históricas, nos creemos encontrarnos más cer­ca de Dios y de su divina gracia y hasta... parece ver a la hija de Dioscoro inter­cediendo por nosotros peca­dores.

La masa humana que acompaña a la efigie enronquece de vitorearla y los dulces cánticos se hacen incesantes cuales indiscutibles y senti­das plegarias. Allí  va el mi­nero, hombre trabajador y honrado participante directo del reino de los cielos que en la mañana de dicho día ha despertado ávido de aclamar a su Protectora en el trajín cotidiano que le lleva al envejecimiento en las honduras de la tierra a la par que dignamente cumple el mandato de Cristo: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente". Y en medio del jú­bilo, de entera e indescrip­tible emoción, no pasa el re­cuerdo de aquellos que caye­ron en acto de servicio.

¡Bajada de la imagen y su llegada al poza de la mina!  ¡Instantes conmovedores en los cuales son incontenibles  las  lágrimas de aquellos que constantemente, en las som­bras plutónicas del planeta subsular, entregan sus vidas a  inminente peligro! 

¡Santa Bárbara! ¡Fiel servidora de Jesús! Yo, humil­demente te invoco, desde las páginas de ODIEL, unido mi corazón a  los de aquellos que con todo el  sentimiento  te aclaman; para estos, tu amparo, para los que murie­ron entre el ruido estrepito­so de las perforadoras, el descanso eterno.  Así sea.

 
LA OBRA PARROQUIAL

En fecha próxima, las puertas de la parroquia se abri­rán a los fieles. Pronto se sentirá el toque bronceado de las Campanas Invocando a la Santa Misa y demás ac­tos litúrgicos. En la plaza del Generalísima y avenida de José Antonio, se erige la parroquia que ha de acoger a bastante público y que la Compañía minera de Thar­sis donaré a la feligresía llevando anexa la vivienda del párroco y un amplio salón destinado a Cáritas. La obra ha de resultar bella y artísti­ca pero ciertamente desnu­da. Llevará el nombre  de Santa Bárbara y es necesa­rio que se vea prácticamente la realidad del amor a la Pa trona con la aportación uná­nime de nuestro óbolo para dotar a la Casa de Dios de sus más  estrictas necesidades. En Tharsis no contamos con títulos nobiliarios ni se­ñores en posesión de grandes haciendas, pero sí  con generosos corazones que no escatimarán su aportación voluntaria sirviendo de ejem­plo a las exteriorizaciones  materiales.

CANDIDO MAESTRE.  

 

 

jueves, 28 de noviembre de 2013

CABEZO JURÉ 2500 a. de C. Alosno, Huelva. Y 2ª Parte


 
 
Productos que salen y productos que llegan: la expresión de que en el Cabezo Juré no todas las personas eran iguales.

Aquí llegamos, sin duda, a otra de las peculiaridades de este poblado. Su integración en un amplio circuito de productos que viajan a largas distancias, yendo y viendo al Juré. Así es, en él encontramos productos manufacturados en un sílex o en una piedra caliza que sólo existe al sureste de la provincia de Sevilla, igualmente ocurre con las almejas, las ostras, otros objetos en piedra (hachas) y algunas cerámicas; todos ellos son ajenos a la producción local del Juré y han sido transportados hasta allí desde distancias que podrían oscilar entre 30 y 200 km., según el tipo de producto.

Estos productos, que llegan desde tan lejos, se localizaron junto a la fortificación que cerraba la cúspide del Cerro Juré, lo que unido a la presencia de las figurillas de barro coci­do, únicas en el poblado, ayuda a entender las diferencias sociales entre las personas que viven dentro de la fortificación y las que lo hacen fuera de ella.

Por tanto las diferencias sociales que separan a las gentes que viven en el Cabezo Juré, se establecen y manifiestan tanto en la propiedad exclusiva de los productos de pro­cedencia lejana, como en el consumo de alimentos restringidos.

También habría que incluir en este apartado de productos que son llevados al Juré, uno que sí que es compartido por todos, los cereales, que allí no se cultivan y de los cua­les hemos encontrado sus contextos de transformación en los ambientes domésticos con recurrente aparición de molinos, muelas y, asociados a ellos, recipientes para contener las harinas producto de la trituración del grano.

Todo este trasiego de productos nos lleva a pensar que, para el caso del Juré, es la manufacturación especializada de instrumentos y lingotes de cobre, la que puede explicar que tengan lugar estos flujos de productos, que no sólo son constantes (como han pues­to de manifiesto el análisis de las conchas de almejas que aseguran el abastecimiento del Juré en todas las épocas del año), si no que permiten al conjunto de la comunidad abas­tecerse de recursos básicos (cereal) y, por otra parte, permiten que se pueda seguir soste­niendo la desigualdad (en tanto que hay un acceso restringido a determinados productos que llegan) dentro del conjunto de la comunidad del Cabezo Juré.

EL FINAL DEL POBLADO

En los momentos finales del poblado, cerca de su (aún por esclarecer) rápido y precipitado abandono, se producen algunos cambios significativos. Así, mientras la cabaña domestica de ovejas se mantiene estable, casi en los mismos niveles que al inicio del asentamiento, los bóvidos sufren un descenso vertiginoso, mientras que aumentan el numero de cerdos, caballos y animales salvajes cazados. Dos explicaciones nos parecen factibles a la hora de interpretar este brutal descenso de bóvidos. Por una parte, parece que con el aumento de los cerdos, caballos y de las actividades de caza, lo que la comunidad del Cabezo Juré está haciendo es asegurándose la carne que los bueyes han dejado de proporcionar. Por otra, si han descendido tanto los bueyes, toda la actividad relacionada con ellos (transporte de mineral y troncos al poblado, y puesta en circulación de los productos allí realizados, así como abastecimiento de cereal hasta el mismo) ha debido resentirse notablemente, poniendo en peligro el sentido de las actividades productivas y la propia subsistencia de los habitantes del Cabezo Juré.

En los últimos años de ocupación del poblado se refuerzan la fortificaciones y aumenta  la producción de las puntas de flecha. Todo ello no hace sino confirmar que, en las causas de su definitivo abandono, están jugando un papel relevante tanto la desestructuración de los circuitos de los que dependía el Juré, como el aumento de la conflictividad bélica en esta zona.
 

La  metalurgia: una manifestación de la desigualdad social de los primeros  Estados.

La existencia de poblados como el Juré, que evidencian una gran especialización productiva, con una población totalmente desvinculada de los trabajos agrícolas que son, en última instancia, los que permiten la subsistencia de las personas, nos informa de la importancia que llegaron a adquirir, en fechas tan remotas, las redes de circulación de productos a media y largas distancias. Tanto es así, que hay que pensar que si esas redes de circulación funcionaron fue gracias a que lo hacían sobre un territorio muy organizado, donde los poblados como el Juré son posibles por que otros sitios producen en abundancia los alimentos que el Juré consume.

Esto significa también que estamos ante una comunidad, la del Cabezo Juré, que tal vez sea de las primeras que se han desvinculado totalmente del trabajo de la tierra, lo que no significa que sean autónomas, si no todo lo contrario, significa que los habi­tantes del Juré son aún más dependientes, pues las decisiones sobre su simple supervi­vencia alimenticia se toman en otros lugares, centros políticos donde se decide la conti­nuidad o el final de actividades tan gravosas socialmente como el sostenimiento de una comunidad metalúrgica, cuyos productos no salen de la esfera del lujo y la ostentación, y por lo tanto, no generan nada que podamos considerar como un beneficio a la socie­dad, si no a la parte de la sociedad que demanda estos productos como símbolos de diferenciación y estatus.

En efecto, las labores agrícolas son la base de la existencia de todas las comunida­des de estos tiempos, y ellas implican unas determinadas formas de organizarse en las que se manifiesta la desigualdad a la que ya hemos aludido. Si los habitantes del Cabezo Juré no practican la agricultura, y sin embargo también allí se manifiesta una gran desi­gualdad entre las personas, esta desigualdad debió dar lugar a una élite de privilegiados, que podemos considerar nueva, aunque dependiente de la antigua élite que mantenía sus privilegios sobre el control de la producción agrícola, y que es la que recibe los pro­ductos metálicos fabricados en el Juré. Su misión consistió en asegurar la producción metalúrgica y garantizar su circulación.

La élite que vivió en la cima del Juré, no sólo se apropió en exclusiva de los pro­ductos llegados de lejos, si no que, además, frente al resto de la comunidad, se preocu­pó de perdurar también en la muerte, a través de la construcción de dos túmulos de grandes dimensiones de las proximidades del poblado, para ser allí enterrada.

Todo lo dicho viene a romper con la idea, sostenida todavía hoy, de que en las comunidades metalúrgicas estaba el origen de las primeras sociedades de clase y que ellas habían dado lugar al nacimiento del Estado. Todo lo contrario, más bien ocurrió al revés. La metalurgia manifiesta el grado de organización política al que puede estar sometida una comunidad, como ocurre con la que vivió en el Cabezo Juré, que no es más que la manifestación coyuntural de una decisión política que se toma en centros muy alejados, donde antes, para que toda esta historia se desarrolle, se han producido las contradicciones sociales que han llevado a la apropiación desigual de la riqueza y la aparición de una élite que ejerce un control efectivo, no sólo sobre la producción agrí­cola y los productores, si no sobre un territorio donde (y el Juré no sería si no expre­sión de todo ello) manifiestan los límites de lo que denominamos Estado.

Fijar sus límites desde sus expresiones es la  tarea que hace algunos años emprendimos en la provincia de Huelva. Hoy, somos conscientes de que aún quedan muchas cuestiones por resolver, y que apenas comenzamos a esbozar esta tarea. El Cabezo Juré seguirá aportando muchos datos y ayudándonos en ello, sus limitaciones, nos llevarán a otros sitios donde continuar nuestras investigaciones. Desde ellos, no sólo tendremos una visión más ajustada de la historia del Cabezo Juré, si no que nos iremos acercando a la explicación del origen del Estado y las manifestaciones de la desigualdad y la jerarquización social que le acompañan.
 
FIN

jueves, 21 de noviembre de 2013

CABEZO JURÉ 2500 a. de C. Alosno, Huelva. 1ª Parte


 
Ya nos habían hablado de este trabajo arqueológico, pero hasta que no hemos conseguido el libro, que está patrocinado entre otros por el Ayuntamiento de Alosno y editado en 1997, no hemos visto la posibilidad de hacerlo público por Internet.

Sobre el cabezo Juré, y su importancia en la prehistoria y actividad minera de nuestros pueblos, teníamos conocimiento desde hace mucho. Incluso llevamos años planeando hacer una visita a la que nos habían invitado.  

Dado que el trabajo no es muy extenso, lo publicaremos en dos o tres entregas, y daremos nuestra opinión al final.

Sin más, con nuestro agradecimiento a D. Francisco Nocete, catedrático de la Universidad de Huelva, os dejamos una primera parte de este interesante trabajo. 

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CABEZO JURE 2500 a.C. Alosno, Huelva

DIRECTOR DEL «PROYECTO ODIEL»

Francisco Nocete

COORDINADOR DE LA EXPOSICIÓN

Antonio Orihuela

RECREACIONES HISTÓRICAS

Daniel Macías Díaz.

 

EL POBLADO

Muy cerca de las actuales minas de Tharsis, en un paisaje muy alterado por la mine­ría moderna y por las plantaciones de eucaliptos, el Proyecto Arqueológico Odiel, que llevaba varias años recogiendo información sobre la Prehistoria del territorio del Andévalo onubense, localizó un yacimiento, el Cabezo Juré (1) (Alosno, Huelva) que fren­te al resto de los indicios del poblamiento prehistórico de la zona, muy débiles y de esca­sa relevancia, o ya destruidos, se presentaba como el único con posibilidades para inten­tar explicar cómo se desenvolvió la primera y más antigua minería y metalurgia del cobre y, lo que es más importante, conocer qué tipo de sociedad era la que la practicaba.

([1] Sirvan estas páginas para expresar al Sr. Domiciano Márquez Delgado propietario de la finca en la que se encuen­tra situado el yacimiento, nuestro agradecimiento por las facilidades dadas para la excavación del mismo y por las molestias que ello le ha causado. Su actitud hacia nosotros ha permitido el que hoy podamos disfrutar tanto del Patrimonio como de la Historia recuperada del Juré. Creemos que por ello, todos los ciudadanos en general y el pueblo de Alosno, en particular, contrae con él una deuda de gratitud que sólo salda su ejemplo.)

La excavación del Cabezo Juré nos deparó muchas sorpresas gracias al excelente estado de conservación que presentaban las zonas del poblado que no se habían visto afectadas por las labores mineras de principios de siglo. Las muestras fechadas por car­bono 14 nos revelaron que sus habitantes construyeron sus primeras viviendas y empe­zaron a vivir y trabajar en el poblado hacia el 2.500 antes de Cristo y que lo abandona­ron unos 200 años después.

Sus moradores se dispusieron alrededor del cabezo aprovechando el relieve de este, pudiéndose distinguir dos espacios netamente diferenciados, la cima del cabezo, rodeada toda ella por un muro de fortificación, y las laderas, donde las casas se levan­taron sobre terrazas artificiales de piedra para vencer el desnivel de la pendiente. En estas últimas encontramos piedras para moler cereal, fuegos para cocinar alimentos, ins­trumentos para curtir pieles, tejer la lana de las ovejas, etc.

Como en todo hogar, no falta tampoco la vajilla, orzas, ollas, platos, vasos y hasta cucharas, todo ello de cerámica; sin contar con los útiles que facilitan las tareas domés­ticas, tales como los cuchillos de piedra; agujas, punzones y espátulas en hueso; y agu­jas y cuchillos de sierra fabricados en cobre.

En otros espacios, contiguos, pero separados unos de otros, se preparan puntas de flecha, se reponen útiles de piedra que se han roto, o se continúan las actividades meta­lúrgicas, lo que supone la participación generalizada de toda la comunidad en activida­des de fundición secundaria y realización de manufacturas y lingotes, si bien, los proce­sos de reducción del mineral y fundición primarios y masivos son exclusivos de la zona alta del poblado, realizados en hornos especiales, a extramuros del recinto.

Alrededor de la cima del Cabezo Juré el sistema construc­tivo, como ya hemos adelantado, era distinto. Allí levantaron una muralla en forma de anillo que la cerraba; en su interior se dispo­nían, a su vez, espacios destina­dos a usos diferentes.

En otro lugar, ya fuera del recinto amurallado, pero incluido en los rebordes de la plataforma superior del cabezo, los habitantes del Juré dispusieron varios hornos para realizar allí las transformaciones que permiten obtener del mineral productos semi-elaborados de cobre. Hasta él los hombres tuvieron que transportar, de las vecinas minas de Tharsis, las materias primas necesarias, y aquí, con mazos y martillos, golpearon el mineral sobre morteros y molinos, para prepararlo y poder introducirlo luego en los hor­nos.

Las actividades minero-metalúrgicas desarrolladas por las gentes del Cabezo Juré en ningún caso son fruto de la improvisación o el experimento, al contrario, nos informan que estamos ante una comunidad que tiene un conocimiento muy avanzado de estas téc­nicas extractivas y productivas. Tanto es así que mil años después, en otros lugares del sur de la península ibérica, se continúan haciendo objetos de cobre del mismo modo que en el Cabezo Juré.

En la plataforma superior, donde se ubican los hornos, no se realizaron tareas manufactureras metálicas, tampoco encontramos áreas de elaboración o almacenaje de alimentos, lo que no quiere decir que no se consuman alimentos, pues estos aparecen también aquí en grandes cantidades. Especialmente llaman la atención los restos encon­trados de almejas, todas con tamaños muy uniformes (6 cm.), lo que da idea de la reco­lección selectiva a la que eran sometidas en sus lugares de origen y de la posición de privilegio que supondría el consumo restringido de estos alimentos especiales.


EL PAISAJE

Las modernas técnicas que hoy en día utiliza la arqueología permiten conocer tam­bién cómo era el paisaje del pasado, y así lo hicimos con el Cabezo Juré, encontrándo­nos con que el clima que conoció esta comunidad hace 5.000 años no era muy diferen­te al actual, si bien, los arroyos próximos debieron llevar mucha más agua que hoy, la suficiente para permitir junto a ellos un paisaje de fresnos, álamos, sauces, juncos flori­dos y filigrana.

El resto del entorno del Cabezo Juré se completa con encinas, alcornoques, jaras, mirtos, lentisco y acebuche.

Las actividades de las gentes del Cabezo Juré se hicieron sentir sobre este paisaje, y desde su misma instalación comenzaron a alterarlo, talando, en gran parte, los árboles de ribera y el encimar. Con ello el paisaje se clareó bastante y los arbustos comenzaron a ganar terreno, sin que en ningún momento este clareo se aprovechara para roturar y sembrar la tierra, pues esta es otra de las sorpresas del Cabezo Juré, sus habitantes no realizaron ningún tipo de práctica agrícola.

A medida que avanzó la vida del poblado, la tala de árboles se agudizó y la desforestación  alcanzó tal magnitud que prácticamente acabaron con el paisaje de encinas en un radio de varios kilómetros. La única explicación a tales hechos está en la necesi­dad constante de madera, sobre todo del tipo de la encina, capaz de alcanzar las altas temperaturas que hacían falta para mantener los hornos metalúrgicos en activo.

 
LOS ANIMALES

En ese paisaje degradado por la acción humana, los habitantes del Cabezo Juré cria­ron una gran cantidad de animales domésticos (cerdos, vacas, ovejas, cabras, caballos y perros), y también se aprovecharon de la fauna salvaje que merodeaba por los alrededores: ciervos, jabatos, liebres, pájaros, cabras monteses, y hasta lobos, fueron cazados por ellos tal y como demuestran las basuras y los residuos que nos dejaron en sus viviendas.

Estos animales no sólo les sirvieron de alimento, sino que también de ellos aprove­charon su leche, fabricaron quesos, curtieron pieles, tejieron lanas, etc. Hasta los mismos huesos de los animales sacrificados se aprovecharon para realizar con ellos agujas, alfile­res y hasta figurillas.

De entre las especies animales que hemos encontrado en el Juré destacan por su rare­za las almejas, lapas, navajas y ostras que desde la lejana costa, a más de 30 km., eran trans­portadas para ser consumidas en el poblado.

Entre las especies domésticas destaca por su abundancia el cerdo, seguido de los bueyes y las ovejas; por la edad de matanza, los cerdos parecen estar orientados a su aprovechamiento cárnico.

En el caso de los bóvidos, el sacrificio en edad avanzada de los machos, y las defor­maciones encontradas en sus huesos, nos hacen pensar que debieron cumplir una misión fundamental en esta comunidad. A falta de registros agrícolas, estos eran exclusivamente dedicados a transportar las pesadas cargas de mineral que eran acarreadas hasta el pobla­do, así como los troncos de los árboles que constantemente eran abatidos para surtir los hornos; de otro lado, también en ellos se sacarían del poblado los productos manufactu­rados y los lingotes de cobre.
 

Continuará...

jueves, 14 de noviembre de 2013

CASINOS DE HUELVA


  
El próximo sábado día 16 se presentará  en Tharsis el libro: Casinos de Huelva, donde se recoge, entre otros, El Círculo Minero Recreativo de Tharsis. Casino, al igual que el de Corrales y La Zarza, construido y dotado por la Compañía de Tharsis.

Sobre la historia del Casino de Tharsis ya hemos escrito en nuestras páginas. Hace tres  años le propusimos a la directiva conmemorar el 130 aniversario de su inauguración, donde expusimos una colección fotográfica realizada por la agrupación  San Dionisio, de Jerez de la Frontera, de las instalaciones mineras de Tharsis; junto a fotos antiguas de nuestra colección. 

Las fotos de estos amigos que vinieron de Jerez constituyen ya otro legado histórico, porque al poco tiempo después, todo el patrimonio que se veía en las fotos fue destruido y vendido por chatarra.

Igualmente, hicimos público la crónica aparecida en LA PROVINCIA en 1880, que les ha servido a los autores del libro para datar fehacientemente la antigüedad del primer Casino Minero de Tharsis. Su inauguración, en Octubre de 1880, fue una fiesta con participación de todo el pueblo, donde acudieron autoridades y directivos de la empresa. Inauguración que constituyó un hito importante en la provincia de Huelva.

Aprovechamos la ocasión para dejaros dos fotos inéditas del antiguo Círculo Minero. La mesa de billar que ven no es la que actualmente está en el Circulo Minero actual, inaugurado en 1951. Existe una pequeña historia para que esta mesa "desapareciera" del Casino, ocurrida, al parecer, a raíz de un encuentro de billar entre jugadores de Tharsis y Huelva. Esta historia tiene que estar recogida en el libro de Actas.
 




Toda esta información, en texto y en imágenes, la podéis consultar en nuestros siguientes enlaces.





 

jueves, 7 de noviembre de 2013

VISITA DE LA FAMILIA


 
Para comentar estas fotos hemos intentado ponernos en contacto con los protagonistas, pero solamente lo hemos conseguido con Manuel Fernández, quien ha accedido a enviarnos un escrito.
Una de las fotos ya la publicamos en el reportaje dedicado a (Tomás  "El Tocino", reportero gráfico de Tharsis)
Igualmente, con otro escrito os relatamos parecida experiencia en los años 60.

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Las dos fotos son muy entrañable para mí: una de ellas está en el blog de amigos de Tharsis y ya la había visto; pero la segunda (la menos poblada) no la había visto desde hace mucho tiempo. Fue una de tantas visitas al Seminario Salesiano de La Palma del Condado allá por el 1962, cuando esperábamos a nuestros padres y hermanos en esos domingos tan ansiados y deseados al mismo tiempo, tratando de adivinar ese paquete y su contenido que con sacrificio y en prueba de su cariño te dejaban. Éramos unos críos y no comprendíamos todo ese esfuerzo, "ese viaje tan largo desde Tharsis, el retardar la vuelta lo más posible, el querer estar contigo todo el día...Ahora apreciamos todo aquel cariño y desvelo". (No quiero pecar de extenderme  más en mi comentario, pero las emociones y sensaciones de aquellos años darían para llenar toda una plana).Deciros que después de los Salesianos de La Palma, pasé al Seminario Diocesano de Huelva, donde me reencontré con más "paisanos" de Tharsis. Fue para mí una época muy agradable e inolvidable. Un abrazo.
Manuel Fernández Delgado
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Estas son de las fotos que resultan simpáticas y entrañables. No porque formen parte de nuestra “historia local”, también por su carga de expresividad. Las familias unidas a los protagonistas; que no eran otros que los hijos, hermanos, primos y nietos, que estudiaban internos en el Seminario.
Tiempos aquellos en los que realizar estos deseados encuentros exigían planificar el viaje: Contratar a quienes en Tharsis se dedicaban al transporte de viajeros, empaquetar las compras hechas en el Economato para regalar ese día, intentar persuadir a la abuela que se quedara en casa porque el viaje le podía sentar mal, y decirle a más de un familiar que ya no quedaban plazas libres en la furgoneta.
Después de la alegría del reencuentro y la visita por algunas de las dependencias, venía la foto para el recuerdo, donde todos querían aparecer pero sin robar protagonismo a los "héroes" de ese día.
Para quienes hemos estado en colegios  internos en nuestra juventud, no  había mayor alegría que cuando pronunciaban nuestro nombre por la megafonía seguido de la frase: "tiene visita".
Esos altavoces, similares a los que veíamos en las tómbolas de los feriantes que se instalaban por la "Velada", repicaban la misma  música todas las mañanas para levantarnos de las literas en las que dormíamos. Canciones que, de tanto repetidas,  aun las recordamos. (En mi caso Jorge Negrete). Pero escuchar nuestro nombre era parar inmediatamente lo que fuera y redoblar nuestra atención, si la palabra siguiente era ¡visita! ya sabíamos hacia donde salir corriendo.
Ir a Huelva a principio de los sesenta eran viajes que había que programar. En “Damas” te daba tiempo para moverte por la ciudad algunas horas hasta el regreso por la tarde, o bien coger la canoa para hacer el viaje de vuelta en el tren de la Compañía.
Pero cuando el viaje era para ir de visita dentro de un horario que no se podía compaginar con los de la “camioneta”,  nuestra familia tenía que recurrir  al transporte alternativo: El Lancia del " Molinero", la DKV de "Gatuperia”, o la de Luís Mora; entre otros. Así se solía acudir de visita no solo a los Internados, también a la clínica que atendía las hospitalizaciones de la Compañía, la del doctor Vázquez Limón.
Por nuestra parte teníamos que esperar a las vacaciones reglamentarias para regresar al pueblo: Navidad, Semana Santa, y en verano con el fin de curso.
Fueron experiencias que nos tocó vivir acompañadas de la lógica morriña, debida a nuestra corta edad y de no haber salido nunca más allá de Huelva y siempre en compañía de nuestros padres; pero de lo más natural.
Esta oportunidad la conseguimos muchos de nosotros  gracias a las becas del PIO (Patronato de Igualdad de Oportunidades), que a partir de los años 60 hizo posible que muchos hijos de obreros accedieran a los Institutos y al Bachillerato.
Fotos como estas aquí expuestas, les traerá recuerdos a más que a los protagonistas, porque aunque no pasamos por el Seminario, idéntica experiencia vivimos otros jóvenes de Tharsis en el Colegio Menor, a donde llegamos desde la "Escuela Grande".
José Gómez Ponce  

jueves, 31 de octubre de 2013

LA VIDA EN LOS PUEBLOS MINEROS (1866 - 1914) Y 6ª Parte

 

El Capítulo XV al completo lo tenéis en nuestra Web. Aquí

A finales de los años ochenta (s. XIX) hubo acusaciones de que los directores británicos tenían la costumbre de considerar la propiedad de la mina como sus propios dominios, y de no tomar verdadero interés por los efectos sociales de lo que estaban haciendo. Fueron comparados desfavorablemente, por algunos críticos, a sus colegas alemanes. Y acusados de dedicar mucha menor atención al alojamiento, calidad social, y entretenimiento que debían haber ofrecido. Un directivo, después de una visita a las minas en una época de desempleo, deseó hacer un reparto de dinero; el director general tuvo que quitarle esa idea en el acto, ello podría haber alterado el orden establecido y generado serios disturbios en las delicadas relaciones entre la dirección y los trabajadores. En RioTinto el sistema escolar empezó, pero no a cargo de la propia Compañía, sino con cargo a los gastos personales del presidente Hugh Matheson.  Para demostrar al personal la necesidad de la enseñanza y probar con la experiencia de que era apreciada,  tuvo que organizar una escuela antes que la Compañía asumiera el cometido. Matheson también luchó duro y mucho, para persuadir a su colegas de RioTinto de que no se debería trabajar en domingo.

Hubo demasiadas acusaciones de que los directores británicos  fallaron en apostar más por la formación en la minería británica, esa falta de vigor que deberían haber tenido, denunciaban, es lo que ha permitiendo a los ingenieros de minas alemanes, con sus acertadas ciencias y su adiestramiento técnico, sobrepasar al británico.

Inactiva hasta al menos terminados los 80 del (s. XIX), la formación minera en Inglaterra estaba en peligro de convertirse en una mera introducción a la formación que se llevaba a cabo en el continente. La "Real Escuela de Minas", evolucionada desde las "Prospecciones Geológicas", fue creada en 1851 para impulsar la explotación de los recursos mineros de Gran Bretaña y las colonias, aunque hizo también notables contribuciones a la ciencia a través de Playfair, Huxley, Tyndall, Hofman y otros, y contribuyó mucho al debate en la educación científica y técnica, su futuro estaba todavía en el aire a finales de los 70 del (s. XIX).

No contribuyó realmente a la ingeniería minera en ninguna escala de valores hasta muy a finales del siglo diecinueve, con la atención dirigida a Malasia e India. La Escuela de Minas de Camborne, en Cornwalles, se constituyó desde distintas iniciativas en los años 50 (s. XIX) y se fusionaron en 1909. Se hizo buen trabajo en la educación de los mineros, pero fue verdaderamente pequeña la contribución a la ingeniería de minas.

Grandes sin embargo, fueron los esfuerzos de la Compañía para anticiparse a los intentos de organización sindical, que no eran posibles paralizar: mediante visitas del presidente, con el mantenimiento del empleo incluso en los malos tiempos, y con la negativa de un lugar de reunión para los agitadores.

Hubo tumultos entre los obreros de los hornos de RioTinto en 1888; allí los intentos de huelga habían sido anteriores. Las primeras huelgas en Tharsis (desde 1873) vinieron en Junio y Julio de 1900, la primera duró ocho días y la segunda doce. La Compañía encontró toda la cuestión de la organización de trabajadores y la agitación demasiado inflamable incluso para permitir sus debates. Una petición para usar la escuela de Corrales para una conferencia sobre los asuntos de cooperativas y huelgas, fue rotundamente rechazada. En lo referente a las huelgas, dijo William Rutherford I, “Lo menos que se use la palabra mejor para los trabajadores”. Pero tal resistencia, todo lo más, retrasó lo inevitable. Algunos trabajadores probaron a resolver sus problemas emigrando a Brasil y a Argentina.

Por 1912 el unionismo sindical verdaderamente había llegado. La Unión de trabajadores del Ferrocarril, los "Ferroviarios", fueron muy activos; incluso hicieron una huelga general de ferrocarriles en 1912 amenazando con hundir el país en la anarquía. Habían reclutado el 29 por ciento de los trabajadores de la Compañía de Tharsis. Su objetivo era aumentar la escala de salarios y las condiciones de empleo, pero fue también fuertemente sindicalista, preparándose para el día en que una huelga general podría ser proclamada y tuviera que intervenir el estado.

Siempre que no se recurriera a la violencia, estas huelgas fueron (desde 1881) completamente legales. La Unión de Ferroviarios no se limitó a los trabajadores del ferrocarril sino que enroló a trabajadores de todos los estamentos. Uno de sus principales agitadores fueron los sastres en Tharsis. Los “ferroviarios” pidieron al director que despidiera al maestro de escuela de Corrales porque era "un inútil viejo estúpido, continuamente en contra de las demandas de ellos mismos desde que ingresó en la Unión".

Había habido problemas en las minas de RioTinto y Perrunal. Estos se extendieron a los centros de Tharsis. Los mecánicos y otros trabajadores cualificados de Corrales, apoyaron entusiastamente la huelga, bloquearon el muelle y el depósito. Sin embargo, en general, los trabajadores de La Zarza se mantuvieron detrás de sus líderes, en contraste con los mucho más combativos de RioTinto.

La Compañía recibió peticiones para un aumento en las pagas, una disminución de las horas de trabajo, y pensiones para los de mayor edad. En general, por la recomendación del director, las pagas fueron aumentadas y las horas fueron acortadas como premio por la lealtad. El sueldo mínimo de once reales por día fue elevado a doce, y aquellos que estaban percibiendo doce pasaron a recibir trece. El tiempo medio de trabajo por día en la Compañía paso de nueve horas y cinco minutos, a ocho horas y media, el tiempo restante se pagó como horas extraordinarias.

Nada hubo de la propuesta de pensiones, aunque la Compañía mantuvo a unos cuarenta trabajadores ancianos necesitados, con una peseta por día. Los trabajadores en La Zarza se tranquilizaron, aunque hubo algunas agitaciones en Tharsis y Corrales. La Unión del Ferrocarril fue abandonada, sus líderes fueron repudiados verbalmente y por escrito Pero esta pronto resucitaría.

FIN  DEL CAPITULO XV.  
 
Prefacio
Gran parte de este libro supone la publicación conjunta de una serie de investigaciones mías realizadas en torno a la historia de la Tharsis Sulphur & Cooper Company. Al reunirlas en un solo manuscrito, he hecho mis propias interpretaciones sobre los hechos recopilados y en muchos casos, éstas son contrarias a las opiniones compartidas por altos cargos de la compañía, especialmente de aquellos que cubren el periodo que va desde 1912 hasta el momento. Éste es el caso particular de las interpretaciones acerca de las condiciones sociales y hechos, incluyendo la guerra civil, que todavía suscitan una gran disparidad de puntos de vista. Aunque la Compañía me ha dado permiso para su publicación, se me ha insistido en que aclare que no comparte todos los puntos de vista y conclusiones que aquí expongo.
Con el fin de extraer todo el interés de la historia, la exposición se ha enriquecido ampliamente. Se expone así nociones sobre geología y química de la pirita ibérica, y los medios disponibles en las diferentes épocas para explotar sus diferentes componentes, con el propósito de que pueda resultar comprensible su potencial económico en cada periodo. No existe realmente un estudio histórico ni sobre el cobre ni el azufre: también aquí era necesario centrar el tema al respecto. El tratamiento biográfico de los hombres que han sido importantes en el desarrollo de las minas es bastante amplio, por lo que rápidamente conseguiremos una rica variedad de visiones al ponernos en el lugar de Deligny, Sir Charles Tennant o los Rutherford. Lo mismo ocurre con aquellos personajes vinculados con la química y la metalurgia de la pirita: Henderson, Claudet, Merz, MacArthur y los hermanos Forrest. Se cuestiona también la dificultad que tuvo la nueva aventura de la pirita que lideraron Tennant y sus asociados, junto con la dirección que tomaron antiguos asuntos que van a aparecer, ajenos a sus intereses en el mundo de la pirita. Se ha aprovechado también la oportunidad para valorar la contribución de Tennant al mundo empresarial en la época victoriana. La historia del proceso de Leblanc, especialmente en su última fase, veremos que tendrá una repercusión decisiva en su vida. Ha sido necesario además, subrayar aquellos aspectos de la historia de España que nos son relevantes: no existe ningún estudio sobre la historia económica de España disponible en inglés. Finalmente, se ha hecho un intento por ampliar el enfoque e introducir así algunos temas generales que resultan importantes para la obra.
A la hora de mostrar mi gratitud, tengo que señalar algunos casos especialmente; a todos aquellos con los que estoy en deuda, decirles que les estoy profundamente agradecido. Los mandos de la Tharsis Company me han dado acceso a toda la información disponible y me han ayudado de todas las maneras posibles, tanto aquí como en España. Andrew Kent del Departamento de Química, me ha dado muchos consejos valiosos, haciéndome muchas recomendaciones de utilidad y brindándome mucho ánimo. El profesor David Williams del Royal Collage of Mines, me ha hecho detallados comentarios acerca del Capítulo 2. Hubert Chalk del Departamento de Griego me ha ayudado mucho sobre el contexto histórico del mundo antiguo. Margaret Davies, Sheila Beaton y Margaret Marlow me han facilitado ayuda  administrativa. El Rvdo Dr. J. S. MacArthur me ha suministrado material sobre su padre, J. S. MacArthur. Los planos y gráficos han sido realizados por Finlay MacLennan. Mi mujer ha realizado la labor de ayudante indispensable y ha recopilado el índice. El profesor D. J. Robertson, editor general de la colección, que me ha mostrado un gran interés en la obra.
Tan numerosos y diversos son mis compromisos, que sólo puedo mencionarlos acompañados de un cálido agradecimiento: a mis colegas de la Universidad de Glasgow -Mary J. Davidson, William Forsyth, Elizabeth Jack, John Kellett, John P. Larner, Peter L. Payne, David W. Powell, Anne S. Robertson, Anthony Slaven, Robert Tyson y Nathan Warman; y a otros -John Butt, John Campbell, William C. Campbell, Mary Carnduff, profesor Juan de Mata Carriazo, Deborah Checkland, A. Gervasini, I. M. Hemstead, Lord Morton de Henryton, George Hibberd, John Hume, Sheina M. Marshall, D. Thomson McVie, Judith Sachs y R. P. Wright.
Por supuesto, ninguno de los citados es responsable de los errores que yo haya podido cometer.
Gran parte del trabajo inicial de esta obra se realizó durante mi estancia en el Institute for Advanced Study de Princeton en 1964. Agradezco al Institute y al Court de la Universidad de Glasgow por hacerlo posible. Para terminar, estoy también en deuda por el apoyo financiero necesario para la publicación de esta obra.

S.G. Checkland
Departamento de Historia Económica
Universidad de Glasgow
Septiembre, 1966

Traducido por J. Alberto Fernández.  22/09/2013

jueves, 24 de octubre de 2013

LA VIDA EN LOS PUEBLOS MINEROS (1866 – 1914) 5ª Parte



 
--La semana próxima esperamos terminar este capítulo XV del libro de Checkland, donde incluiremos  el interesante prólogo del libro.
La conferencia sobre el muelle de Tharsis en las Jornadas de Aljaraque, interesante. Interesante también los contactos que mantuvimos allí. Y que tantas personas, de distintas procedencias y menesteres, se interesen por nuestra historia minera y dispuestas a compartir sus conocimientos.--


La Compañía soportaba el incremento de precios hasta que la situación de emergencia terminaba. Por esto, en los tiempos de escasez de alimentos las demandas de aumento de salarios eran previstas.

Durante la Guerra de Cuba (Abril-Octubre de 1898) el precio del pan subió muchísimo (más del doble entre 1897 y 1898). Esto hizo temer que hubiera algún clamor general y disturbios. La Compañía subsidió el pan y otros alimentos básicos fijando su precio, en un nivel no muy por encima de su precio normal. Por otra parte, el intento hecho en América de monopolizar el trigo fracasó, y entonces el precio cayó.

De cuando en cuando fue necesario purgar los pueblos de indigentes. Viejos e incapacitados trabajadores, un incrementado número de mendigos, y un crecimiento en el número de viudas ocupantes de las casas de la Compañía hicieron esta tarea necesaria. La Compañía conocía por su experiencia que si tales orígenes de malestar eran permitidos, se producía la desestabilización de todo el pueblo. “Tharsis, -escribió el directivo Rutherford, director desde Glasgow-, no es un centro de recreo o un lugar de residencia para mujeres indigentes, sino un campamento de mineros”. En consecuencia, pequeñas subvenciones fueron pagadas al viejo o incapacitado para establecerse en otra parte. Mendigar fue abolido, unas veces por el premio de “socorro”, y otras cerrando herméticamente la política de viviendas. Fue una tarea desagradable.

El alojamiento fue un problema crónico. La Compañía, al igual que las autoridades públicas, llevaban este asunto con lentitud. Sus casas, construidas bajo unos estándares mínimos y sometidas a una seria superpoblación, se deterioraban. Los aceptados estándares convencionales, especialmente después del siglo diecinueve, tendían a subir, produciendo que los pueblos aparecieran aún más escuálidos. La demanda de trabajo en la Compañía podía variar considerablemente a lo largo de los años, con el resultado de que en poco tiempo las condiciones de alojamiento se podían deteriorar rápidamente.

El que estuvo bien alojado no hizo declaraciones pública de sus circunstancias; los mal alojados podían, sin embargo, alzar la voz. Estas últimas familias parece que eran particularmente numerosas: “Cuanto más pobres son, - se quejaba el primer Rutherford-, más hijos parecen tener”.  Los aldeanos podían, a duras penas, solucionar los problemas de las viviendas por ellos mismos, aunque unos pocos  “okupas” lo intentaban de cuando en cuando.

La “Sociedad de Enfermos” podía conducir a fingir enfermedad. Cualquier recurso para beneficio del enfermo, especialmente si estaba a cargo de niños, podía  fácilmente llegar a una cantidad que hacía la asistencia al trabajo poco atractiva. Los doctores españoles de la Compañía, bien por simpatía o por dejadez, fueron marcadamente más generosos que sus colegas escoceses.

Este sistema general de comportamiento de los aldeanos fue malo para ambas partes. Hizo a la dirección arrogante, o por lo menos se hizo un muy mal concepto de la capacidad social de sus empleados. Hizo a los aldeanos irresponsables, pues, lejos de tratar de realizar sus turnos de trabajo,  cuando se les presentaba una oportunidad consideraban que eran explotados y acosados en el trabajo. Esto provocó a los Ayuntamientos de Alosno y Calañas, e incluso un celoso y animoso Alcalde fue a las Oficinas para atacar a la Compañía por su fracaso en proporcionar mayores facilidades a los trabajadores.

En parte, a fin de escapar de este dilema, Verel, el director general (1883-98) volvió, de forma muy limitada, a una nueva fórmula del principio de autoayuda. En 1895 se crearon los Clubes de los trabajadores, y en 1896 fueron establecidas almacenes de cooperativas para reemplazar los almacenes de la Compañía. Todos se dieron prisa en adherirse para beneficiarse. En un principio el esquema funcionó bien. El director fue felicitado desde Glasgow por el comportamiento de los trabajadores: “al papel de su temperamento y aguante para los unos con los otros”. Pero no fue mucho antes de que las energías políticas de los hombres, que tenían negadas cualquier otra salida por el estado general de las normas españolas, se concentraran, sobre todo en las Cooperativas.

Los comités de dirección fueron disputados por los disidentes; grupos que venían a ser, casi partidos políticos, se levantaron, y el director tuvo constantemente que intervenir, purgando los minutos de reuniones de polémicas, y tratando de  asegurarse la elección de directivas que hicieran funcionar la Cooperativa eficientemente, en vez de reducirla a un círculo de discusiones de partido.

Inevitablemente, un grupo de trabajadores se identificó con los intereses de la Compañía, así pues se hicieron un blanco fijo de las críticas. Una de las líneas favoritas de ataque fue reclamar para que la cooperativa se deshiciera de los dividendos, que  los precios debían ser bajados de inmediato en función de la magnitud de los dividendos. Por 1904 hubo una presión firme sobre la Compañía para que dejara disponible tierra de pastoreo a fin de que un grupo de trabajadores pudieran entrar en el negocio del pastoreo.   Por esa época, William Rutherford I, quien había sucedido a Verel en 1898, llegó a alarmarse, “se traen muchas cosas entre manos”, escribió, “me temo que están decididos por convertirse también en socialistas y más tarde querrán trabajar en las minas sobre un sistema tributario”.

Hacia 1913 fue advertido sobre la sociedad cooperativa de La Zarza. “Sus líderes son muy fuertes, y se sienten firmes entre nosotros”. Así que la Compañía, inquieta, se hizo consciente de la inevitable e invariable tendencia en el mundo moderno,  de pasar de la docilidad a la reivindicación. Incluso los trabajadores antiguos, aunque sin organización sindical efectiva, habían aprendido como hacer protestas en la industria, tanto si se agotaba la peligrosa dinamita, el explosivo para la pirita, como los equipos de seguridad.

Contra la incipiente tendencia hacia una mayor articulación por los trabajadores, la Compañía hizo lo que pudo para crear un ambiente de lealtad y aceptación. Es cierto que los dividendos de la compañía en los primeros cincuenta años de su existencia, antes de 1914, fueron muy grandes. Pero tuvieron muchas fluctuaciones, principalmente con el precio mundial del cobre. La Compañía sabía que estaba acercándose el fin de sus recursos de cobre, así es que difícilmente podía contemplar una subida en la escala de salarios u otros beneficios sociales que no pudieran ser mantenidos. Además se realizó una dura política de ahorro para conseguir reservas especiales y prevenir contra la llegada de épocas de pocos beneficios. El plan de desarrollo futuro fue cuidadosamente estudiado, de manera que los empleos estuvieran disponibles en los tiempos malos, y en los buenos.
 
La Compañía empleó a los hombres en tareas de mantenimiento en lugar de darlos de baja, y estuvo siempre en grave peligro de dañar su propia eficiencia, pues los trabajadores muy pronto reclamaban un gran número de hombres para realizar simples tareas.

Charles Tennant, en su mejor época, tuvo siempre un buen conocimiento práctico de la Compañía. La verdadera responsabilidad, aparte de las cuestiones de alta política, recaía en el director general, o después de 1916, en el director administrativo. Cada año viajaba desde Glasgow para hacer su visita a las minas, para buscar respuesta a las muchas preguntas que tenía almacenadas en su cabeza, para reorganizar, él mismo, con un gran sentido profesional, los trabajos y los pueblos, y para hacer visible la última sanción sobre la cual toda norma descansaba.

Pero la mayoría del tiempo lo pasaba en la oficina de Glasgow, trabajando con cartas, planos e informes de la mina, enviando una corriente continua de cartas y telegramas alrededor de las cuáles giraban las energías de la dirección y sus empleados de la mina. Este sistema, por su gran lejanía, adquirió fuerza, el director general no estuvo afectado por el clima español y estuvo libre de las frustraciones de las minas y los pueblos. Por otra parte, él estuvo en contacto con otros industriales británicos y hombres de negocio, conociendo qué se estaban haciendo en otras empresas mineras, en los mercados de productos de la Compañía, y en la más amplia esfera  económica y política. No menos importante era el hecho de que desde su muy lejano lugar de acción, él tuvo una mayor influencia sobre los políticos españoles, tanto al nivel de la provincia de Huelva como al más alto nivel de Madrid.

El primer Rutherford (director general 1898-1913) tuvo un entrañable y sincero interés en la vida de los aldeanos. Él sabía cómo llamar la atención de los sentimientos con las acciones. Utilizando la visita de los directores, sobre cada dos años, como una gran ocasión en la cual todo el ánimo era puesto en escena. El coche especial del presidente era sacado desde las cocheras resplandeciendo su metal, y era enganchada a una inmaculada locomotora.

Cuando el tren llegaba, una serie de cigarros puros eran obsequiados, en una cuidadosa escala de graduación a conductor, fogonero y jefes de estación. Era dispensada mucha hospitalidad, y se daban felicitaciones a quienes habían servido bien a la Compañía.

No es fácil reconstruir el estado de ánimo de los directores, llevando como ellos hacían la gran responsabilidad de crear y operar un muy gran complejo minero y metalúrgico en España. Había poco reconocimiento en Gran Bretaña al esfuerzo que habían estado realizando para el crecimiento de la industria.  
 

Continuará...

jueves, 17 de octubre de 2013

JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA DE ALJARAQUE


 

Esta semana aplazamos la 5ª entrega de "La vida en los poblados mineros" para informaros sobre la celebración de las XVI  Jornadas de Arqueología y Territorio de Aljaraque.

Como en pasadas ediciones, este año vuelven a celebrarse en el antiguo teatro cinema de Corrales, local perfectamente restaurado que fue construido por la Compañía de Tharsis, e inaugurado en 1954 por D. Guillermo Rutherford.

Uno de los ponentes, Antonio Luís Andivia, que ya había colaborado con nosotros, expondrá su trabajo sobre el muelle de Tharsis. “El muelle de la Compañía de Tharsis, 1871-1923. Primer muelle metálico de España destinado a la carga de mineral”.

Otras ponencias no menos interesantes se expondrán durante los tres días de Jornada.

Nos parece también muy acertada la actividad propuesta para el jueves 24, clausura de las Jornadas: una visita guiada al Museo Provincial de Huelva, donde se anuncia que se podrá contemplar las mejoras llevadas a cabo en las salas de Arqueología y de Bellas Artes. Os recordamos que el Museo de Huelva tiene piezas de gran valor encontradas en Tharsis.

Si además la participación es libre, quienes se interesen por temas históricos les resultará agradable acercarse por Corrales entre el 22  y el 24 de Octubre.