miércoles, 10 de septiembre de 2008

¿SÍNDROME POST VACACIONAL?



Enhorabuena a todos, los que hayáis disfrutado de vacaciones, y los que por unas circunstancias u otras no hayáis disfrutado tanto.
Parece que los entendidos no se ponen de acuerdo en el número de afectados que declaran padecer algún tipo de trastorno después del periodo vacacional. Ni en catalogar tal asunto de síndrome.
Al menos, los servicios de urgencias, o los dispositivos de Atención Primaria, no registran consultas achacables a trastornos producidos por la vuelta al trabajo. Este seudo-síndrome, según algunos, se enmarca en el lógico reajuste a los hábitos que teníamos antes de las vacaciones. Y esto, ni debe crearnos problemas, ni es necesario recurrir a ningún experto.

Nuestro propio organismo se ira adaptando al ritmo que habíamos alterado con las vacaciones.
También nos recomiendan, que para estas circunstancias, al igual que para otras muchas, hemos de aplicar aquello de: "prevenir es mejor que curar". Es conveniente asumir, antes del comienzo de nuestras vacaciones, que hemos de volver al mismo lugar, a realizar las mismas tareas, a relacionarnos con las mismas personas. Y esta adaptación o reajuste opera en nosotros de forma inconsciente. Otra cosa bien distinta, es que nuestro puesto de trabajo, nuestras tareas laborales, nos resulten más o menos gratificantes, o incluso desagradables.
Esta circunstancia es la que arrastran muchas personas, desarrollar tareas que consideran alienantes. Y esto ocurre igualmente a quienes trabajan fuera de casa como en el hogar. Las consideradas "amas de casa" pueden interiorizar como una liberación escapar de la rutina del día a día, por lo que volver a lo mismo, después de las vacaciones, les puede resultar hasta molesto.
Dicen también los entendidos, que vivimos aislados en la multitud, lo que conlleva problemas de adaptación, provocando que en nosotros se disparen algunas alarmas. Emitimos señales reclamando la atención de los demás, que se fijen algo en nosotros.
Otros, los más inflexibles, hablan que somos todos unos "quejicas", que andamos disfrazando de enfermedad algo a lo que el ser humano se lleva sobreponiendo toda su vida. Que las situaciones de estrés, no solo las provoca la reincorporación a las tareas que habíamos abandonado; mucho más las provocan los problemas a los que diariamente nos tenemos que enfrentar, y que suelen ser más imprevisibles y más trascendentales que las vacaciones. Y si nos quejamos por un problema menor, cuando tengamos uno que merezca tal nombre, qué será de nosotros.
Pero no hay que ser pesimistas, pues si miramos para atrás, todos sabemos que nuestros padres afrontaron circunstancias, por lo general, peores, y lograron sobrevivir. Y nosotros no vamos a ser menos.
Démonos ánimos también, porque al incorporarnos de las vacaciones no nos tenían preparadas otras, pero indefinidas, y en contra de nuestra voluntad; como sí les ha ocurrido a personas que conocemos. Para ellos sí que pedimos la mayor fortaleza.

No hay comentarios: