jueves, 18 de septiembre de 2008

EN EL ANDÉVALO




"La Mancomunidad debe el sueldo de dos meses a 120 trabajadores"
Los afectados de los talleres de empleo dicen que “no podemos esperar”



Nos parece una indecencia que el Gobierno no tenga para pagar la mensualidad de dos meses a 120 trabajadores, y sin embargo tenga dinero para pagar rescates a terroristas (playa de Bakio). Que haya dinero para cambiar el uniforme del ejército, pero no haya dinero para inhibidores que salve la vida de los soldados. Que los trabajadores tengan que organizar caminatas para protestar, y que el presidente del Gobierno vaya a Londres para comprarse unas zapatillas utilizando un avión militar.
Que nos gobiernen despreciables sátrapas, que se gastan los dineros en sardinadas, birra y circo, pero no en pagar los sueldos.
Qué vergüenza nos da que nuestros alcaldes hayan estado cobardemente callados ante un problema que conocían desde hace tiempo.
Ante situaciones como esta nos viene a la memoria, y sálvese quien pueda, aquello de:” Los pueblos tienen los gobernantes que se merecen”.
Esta carta que nos publicó la prensa hace meses, desgraciadamente vuelve a estar de actualidad.

POBRE THARSIS POBRE
Se me ocurre que tal vez la provincia de Huelva debería tener un protestódromo. Es decir, un lugar donde el personal pudiese protestar contra las cosas que le amargan la vida.
Sobre el nombre no haré sugerencias, pero sobre la ubicación no tengo dudas: debería ubicarse en el sitio que por tradición más lo merece, Tharsis.
Primero fueron los trabajadores de la extinta Cía. Minera, posteriormente los de la S.A.L.; les siguieron los trabajadores de la Planta de Oro y ahora les ha tocado a los trabajadores de Martín Caro.
Protestaron también quienes querían una incineradora y quienes queríamos lo contrario, y ya veremos si no hay que protestar en el futuro para que den una utilidad turística al ferrocarril.
Entre medias podrían haber protestado quienes trabajaban en la fábrica de plásticos, en Ecolami, o quienes han tenido que cerrar sus negocios por la falta de actividad económica; y si éstas no se llevaron a cabo no fue por falta de razones para ello.
Los eslóganes siempre vienen a ser los mismos: ¡Por la defensa de los puestos de trabajo! ¡Para que nos paguen lo que nos deben! ¡Por un futuro para nuestros hijos! Los resultados, lamentablemente, también terminan siendo los mismos: la pérdida de los puestos de trabajo y en ocasiones, la del dinero. Del futuro ni hablemos.
Esto es algo que se repite con demasiada frecuencia en la última década, y no precisamente porque los tharsileños sean especialmente beligerantes ni reivindicativos; es que lo que está ocurriendo allí es, sencillamente, intolerable. Tanto, que ha terminado por hacer desaparecer casi absolutamente el tejido productivo y las fuentes de empleo, dando paso a un desolador panorama de incertidumbre y miedo que poco ayuda para construir futuro alguno.
Las respuestas que las administraciones han dado al grave problema de Tharsis han sido respuestas equivocadas y contraproducentes. Se ha ignorado el problema de fondo dando soluciones paliativas y coyunturales, a lo que realmente es el profundo problema estructural de todo el Andévalo. Sabemos que el diagnóstico lo conocen con precisión las administraciones, pero aún así continúan insistiendo con un tratamiento erróneo que sólo actúa sobre los efectos, dejando las causas tal cual para que, como puede verse, continuamente se repitan los conflictos.
Lo que Tharsis y la comarca necesita no es que se subvencione el ocio inactivo, el trabajo negro, o a empresarios sin vergüenza ni escrúpulos, sino reforzar la economía de la zona con agua, y con la incorporación de sectores activos que como el turístico incluyan los valores de las zonas mineras y que hace tiempo venimos demandando desde la Asociación de Amigos de Tharsis Ernesto Deligny.
Lo que Tharsis y la comarca necesita no es que se les dé un billete gratis a quienes quieren abandonar el entorno, sino fijar la población mejorando las dotaciones y garantizando un nivel de servicios adecuados y suficientes. No se necesitan soluciones insostenibles como la de tapar con dinero público la boca de quienes protestan, sino que con esos y otros recursos, se hubiese combatido con energía y eficacia las debilidades que padece la zona, para al menos haber iniciado la necesaria diversificación del tejido empresarial, que debería aumentar las fuentes de riqueza y empleos alternativos a los tradicionales y el desempleo.
Mientras no se planteen medidas que actúen realmente sobre los sectores estratégicos que pueden sacar a flote a Tharsis y al Andévalo, seguirán produciéndose tragedias humanas como las que hoy padecen los trabajadores de Martín Caro, y con las cuales nos solidarizamos todos los Amigos de Tharsis.
Lo demás, siento decirlo, son pamplinas para embaucar al personal.

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